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Distancia física, distancia social y prevención

Social distancing by Olivier Cremers (CC BY 2.0)

«I would like to suggest the use of “physical distancing” rather than “social distancing”. As a sociologist I am stunned at the many ways people have overcome social distancing while having to keep a physical distance.» Patrick Kenis, The Economist, April 4, 2020.

Permanecemos socialmente conectados incluso estando separados

Durante la primavera de 2020, se generalizó el uso del término “distancia social” para referirse al mantenimiento de al menos dos metros de distancia con otras personas, con la intención de prevenir la difusión de enfermedades. Sin embargo, la distancia física y la distancia social son diferentes. Dos personas pueden mantener interacción social permanente pese a estar a miles de kilómetros de distancia. Aunque algunas actividades que requieren presencia física se vean afectadas (por ejemplo, colaborar con las tareas del hogar o ayudar en una mudanza), los intercambios de información y de apoyo emocional se pueden mantener en la distancia. Incluso en situaciones de confinamiento, las personas pueden buscar estrategias para mantener el contacto con los vecinos, comunicarse con los familiares que están lejos, o realizar las actividades laborales. Es decir, pueden mantener el contacto social pese a la distancia física.

La cercanía física facilita la formación de relaciones

Sin embargo, que sean diferentes no significa que no estén relacionadas. De hecho, en psicología social está ampliamente contrastado que la proximidad física aumenta las probabilidades de entrar en contacto con otras personas y contribuye a la formación de relaciones. A esta tendencia se le ha denominado el “efecto propincuidad”. Las personas que viven más cerca tienen más posibilidades de establecer un vínculo o incluso de desarrollar una amistad. En los lugares de trabajo también se produce interacción interpersonal frecuente que puede desembocar en la formación de relaciones. La proximidad física igualmente parece asociarse con la probabilidad de tener características similares. En ocasiones la mera exposición continuada se refleja en la atracción interpersonal.

La actividad social nos acerca físicamente

Por otro lado, las oportunidades de proximidad física no se distribuyen aleatoriamente en la población. Existen diferencias individuales junto con una gran variabilidad entre contextos de interacción. Hay individuos que son más activos socialmente o cuya ocupación conlleva un mayor rango de contactos sociales con proximidad física. Por ejemplo, un profesor que tiene clases con 30 estudiantes a diario suele estar por lo general físicamente cerca de un mayor número de personas que un pastor de ovejas que realiza su actividad a campo abierto. También los contextos de interacción determinan en parte la estructura de oportunidades. Como sabemos, un concierto, un espectáculo deportivo o una clase conforman un espacio de cercanía física en el que un conjunto de individuos está expuesto al contacto prolongado.

Cuando la separación física o la distancia social se convierten en herramientas de prevención

Las enfermedades se pueden difundir por contacto físico o por contacto social. En el caso del SIDA, compartir jeringuillas o mantener contactos sexuales sin protección son relaciones sociales de riesgo en la difusión del VIH. Normalmente implican un tipo de relación interpersonal que se puede documentar examinando las redes sociales de los individuos. Sin embargo, en las enfermedades infecciosas causadas por coronavirus es el mero contacto físico el antecedente del contagio. En este segundo caso no es suficiente con analizar las relaciones fuertes que mantiene cada individuo, sino que es necesario trazar las redes de contactos, recopilando información sobre las personas con las que ha tenido proximidad física reciente. (Una vez más: la relación interpersonal suele conllevar con frecuencia proximidad física, pero la cercanía física interpersonal puede darse incluso aunque no haya una relación interpersonal definida).

En la salud y en la enfermedad

Tanto la separación física como la interrupción de relaciones interpersonales pueden utilizarse como estrategias con fines preventivos. El aislamiento de las personas infectadas, y de aquellas otras que han estado expuestas por proximidad física a las anteriores, pretende prevenir la propagación de enfermedades. En los casos más extremos, cuando el contagio está ampliamente extendido, el confinamiento generalizado de la población es una medida drástica para controlar la difusión. Con este tipo de medidas se reducen las oportunidades de proximidad física entre los individuos, o se limitan temporalmente los escenarios en los que participan, ya sea a través del aislamiento hospitalario o de la reclusión en el hogar. También se puede recurrir puntualmente a interrumpir la realización de aquellas actividades que se producen en escenarios con un elevado potencial de proximidad física prolongada (tales como los colegios o los espectáculos deportivos, entre otros).

Social distancing by Tee Cee (CC BY 2.0)


Capital social de implementación

7th Women in Banking and Finance Annual Forum (CC BY-NC-ND 2.0)

Cómo las relaciones influyen en la implementación de programas

La implementación de programas es en parte un proceso social. La puesta en práctica de las intervenciones psicosociales puede depender de las relaciones que tienen los facilitadores entre sí, del contacto que mantienen con investigadores (o con los expertos en el problema social de referencia), así como de las dinámicas internas del personal y los directivos de la organización en la que se desarrolla la intervención.

Estas relaciones pueden facilitar la difusión de buenas prácticas de intervención o simplemente ofrecer apoyo social a los facilitadores durante la implementación del programa. También se ha comprobado que la presión social de los colegas genera normas sociales que inciden en el comportamiento de los facilitadores durante la implementación de programas.

En un artículo reciente se utiliza el concepto de capital social para explorar cómo las relaciones cohesivas y las relaciones de intermediación inciden en resultados específicos de implementación. Es decir, utilizan el esquema que distingue entre capital social cohesivo (bonding social capital) y capital social de intermediación (bridging social capital). Al relacionarlo con el proceso de implementación señalan que:

  1. Los mecanismos de confianza y la presión de las normas sociales influyen en la percepción de los facilitadores sobre el proceso de implementación. En consecuencia, tienen repercusión en la aceptabilidad y adecuación percibidas de las prácticas basadas en la evidencia, así como en la intención de adoptarlas.
  2. El acceso a información innovadora o a recursos diversos parece mediar la viabilidad y la fidelidad de las intervenciones. De modo que el capital social de intermediación tendría un papel en la adaptación de los programas a los contextos específicos. Gracias a estos contactos los implementadores introducen cambios en las prácticas basadas en la evidencia, para que se acomoden a las necesidades y características del entorno en el que actúan.

El análisis anterior parece describir dos mecanismos principales. Por un lado, existen procesos de influencia social que condicionan la adopción de determinadas prácticas basadas en la evidencia. Por otro lado, el acceso a información y recursos diversos se relaciona con la adaptación de los programas a los contextos específicos de intervención. En ambos casos se trata de un planteamiento hipotético que requiere de mayor contraste en el futuro.

  1. La combinación de ambas dinámicas (cohesivas y de intermediación) puede estar presente en las dimensiones de coste, penetración y sostenibilidad de las prácticas basadas en la evidencia. En particular, la capacidad de resistencia de la red ante la rotación de personal (la eliminación de algunos nodos) se relaciona con la sostenibilidad de la intervención.

Este comentario está parcialmente basado en el artículo:

  • Neal, J. W., & Neal, Z. P. (2019). Implementation capital: merging frameworks of implementation outcomes and social capital to support the use of evidence-based practices. Implementation Science, 14(1), 16.

Para saber más

El análisis anterior utiliza un modelo de implementación que distingue ocho dimensiones relevantes en la puesta en práctica de los programas (Proctor et al., 2011). Concretamente, algunas dimensiones relevantes de implementación dependen de la percepción de los facilitadores del programa:

  • Aceptabilidad: interés en aplicar una práctica basada en la evidencia (PBE) determinada.
  • Adecuación: percepción de que la PBE se adapta bien a las necesidades y las características del contexto.
  • Adopción: intención de utilizar la PBE.

Otras dimensiones se refieren al uso práctico de las PBE:

  • Viabilidad: si se puede poner en práctica con facilidad.
  • Fidelidad: si se aplica tal y como se había diseñado.

Finalmente hay aspectos contextuales, tales como:

  • Coste: o dificultad que conlleva la implementación.
  • Penetración: hasta qué punto está extendida determina PBE.
  • Sostenibilidad: mantenimiento en el tiempo de la PBE.

Referencia

  • Proctor, E., Silmere, H., Raghavan, R., Hovmand, P., Aarons, G., Bunger, A., … & Hensley, M. (2011). Outcomes for implementation research: conceptual distinctions, measurement challenges, and research agenda. Administration and Policy in Mental Health and Mental Health Services Research, 38(2), 65-76.

De mundos sociales en Sevilla

«Aquél de los aficionados a los toros era un mundo extraño para mí y absolutamente impenetrable. Sevilla, aunque parezca inexplicable, es así: una ciudad hermética, dividida en sectores aislados, que son como compartimentos estancos. Por lo mismo que la vida de relación es allí más íntima y cordial, los diversos núcleos sociales, las tertulias, los grupos, las familias, las clases, están más herméticamente cerrados, son más inabordables que en ninguna otra parte. En Sevilla, de una esquina a otra hay un mundo distinto».

Juan Belmonte, matador de toros

Manuel Chaves Nogales


El Foro Oromana como tercer lugar

image001«El Foro Oromana es una asociación que pretende promover el debate democrático, la participación comunitaria y la sociedad civil en y desde Alcalá de Guadaíra».

El Foro Oromana se ha caracterizado desde su fundación en 2002 por (a) ofrecer oportunidades para el debate reflexivo sobre Alcalá y temas de interés general; (b) proporcionar un lugar de encuentro de carácter transversal, donde pueden converger diversos puntos de vista; y (c) por un clima humano excelente.

Forzando el paralelismo, podríamos compararlo con lo que Ray Oldenburg definió como «terceros lugares». Son espacios públicos, diferentes al hogar o al lugar de trabajo, donde la gente puede reunirse informalmente y mantener una conversación. Pueden ser un café, una librería, una zona de mercadillo o incluso una peluquería. Normalmente son sitios agradables, donde hay comida y bebida, y se puede mantener una conversación. Estos espacios son esenciales en la existencia de una vida comunitaria activa o incluso sirven como fundamento de la vida democrática.

Los terceros lugares:

  • (a) contribuyen a la cohesión de la comunidad, puesto que permiten a los residentes relacionarse entre sí,
  • (b) sirven para la asimilación de los recién llegados,
  • (c) permiten reunirse a gente con intereses diversos, que de otra forma no se encontrarían,
  • (d) son sitios de encuentro en situaciones de emergencia,
  • (e) facilitan que emerjan personajes populares, que son conocidos por todos y se preocupan por el vecindario,
  • (f) son un espacio de encuentro intergeneracional,
  • (g) funcionan como las “sociedades de ayuda mutua”, facilitando el intercambio de recursos y apoyo,
  • (h) proporcionan un clima festivo y de amistad,
  • (i) promueven el sentido de pertenencia en la comunidad,
  • (j) son foros de debate político e intelectual, y
  • (k) hacen las veces de oficinas informales, en los que la gente es más localizable.