Factores de riesgo y protección en los programas de prevención efectiva
El modelo de riesgo y protección proporciona un fundamento empírico para el diseño de intervenciones efectivas. Son factores de riesgo aquellos que aumentan la probabilidad de aparición de un problema, mientras que los factores protectores la reducen. En el diseño y la implementación de programas, los factores de riesgo sirven de criterio para seleccionar a la población diana, mientras que los factores de protección dotan de contenido psicosocial a las acciones preventivas.
Normalmente la investigación se centra en identificar los factores de riesgo y protección específicos para cada problema social. Sin embargo, algunos de los factores identificados pueden ser comunes a diferentes problemas sociales. Joseph A. Durlak revisó más de 1200 estudios para detectar los factores comunes en seis áreas de intervención diferentes: (a) problemas comportamentales, (b) problemas académicos, (c) maltrato infantil, (d) lesiones físicas, (e) uso de drogas, y (f) problemas de salud. A partir de dicho análisis elaboró una lista de factores de riesgo comunes, transversales a los diferentes problemas analizados:
Barrios empobrecidos.
Políticas sociales ineficaces.
Escuelas de baja calidad.
Modelos y presión social inadecuadas por parte de los iguales.
Bajo nivel socioeconómico familiar.
Problemas psicopatológicos de los padres.
Conflictos de pareja entre los padres.
Crianza punitiva.
Aparición temprana del problema.
Estrés.
Es frecuente que diferentes problemas sociales coincidan en un mismo segmento de población. Dicha comorbilidad se corresponde probablemente con la coincidencia en los factores de riesgo que hacen de antecedentes en cada caso. Además, se ha comprobado que la acumulación de riesgos tiene un efecto determinante en la aparición de problemas. La exposición a cuatro o más factores simultáneamente acrecienta de forma significativa la vulnerabilidad. Por otro lado, conviene destacar que los factores de riesgo se producen en múltiples niveles ecológicos: individual, familiar, comunitario y social.
Del análisis anterior se pueden extraer algunas conclusiones para la intervención:
Los programas que actúan en varios niveles ecológicos son más efectivos. Por ejemplo, una intervención que entrena en habilidades sociales a los adolescentes, que mejora los estilos de crianza de los padres y que promueve un clima social positivo en la escuela puede resultar especialmente funcional en la prevención del abuso de drogas.
La incidencia en algunos factores transversales tales como las condiciones de vida en el barrio o la distribución del ingreso pueden tener un valor preventivo generalizado, con una repercusión positiva en varios problemas sociales a la vez.
El análisis de Joseph A. Durlak también permitió identificar una serie de factores protectores comunes, que pueden utilizarse como guía para la intervención:
Normas sociales positivas.
Políticas sociales efectivas.
Escuelas de calidad.
Modelos positivos por parte de los iguales.
Relaciones positivas padres-hijos.
Habilidades sociales y personales.
Autoeficacia.
Apoyo social.
Tanto la preparación del contexto institucional y comunitario como las pautas de socialización familiar tienen un potencial preventivo importante. Los mecanismos de control social y las regulaciones legales reducen las probabilidades de comportamientos problemáticos. Por su parte, la crianza familiar repercute de forma decisiva en un periodo evolutivo crítico, cuya influencia se alarga a lo largo del ciclo vital.
El modelo de riesgo y protección se basa en la acumulación inductiva de evidencias empíricas. No obstante, el análisis transversal en función de diferentes problemas sociales, como muestra el trabajo pionero de Joseph A. Durlak, puede contribuir a la sistematización de dicho conocimiento, así como a una comprensión más abarcadora de las estrategias de prevención efectivas. También ofrece cierto potencial para la integración (o la coordinación) de los diferentes esfuerzos preventivos.
Referencia
Comentario basado en:
Durlak, J. A. (1998). Common risk and protective factors in successful prevention programs. American Journal of Orthopsychiatry, 68(4), 512-520. [PubMed]
Los mecanismos de control social informal están detrás de muchas de las estrategias de prevención y afrontamiento de problemas sociales en los barrios. La conectividad entre vecinos, las normas sociales y la presión de los iguales tienen un impacto significativo en el comportamiento individual. Esto se ha comprobado, por ejemplo, en el caso de la violencia, la delincuencia y el consumo abusivo de drogas.
De acuerdo con la teoría de la desorganización social, el control informal permite regular el comportamiento delictivo. Los vecinos pueden compartir información entre sí (a veces en la forma de “cotilleo”), reprobar en público el comportamiento desviado o incluso colaborar proactivamente en la vigilancia del barrio. Este tipo de acciones se ven facilitadas cuando existen relaciones habituales entre los vecinos y una expectativa compartida de ejercer el control social informal en caso de necesidad.
Un estudio en Australia puso de manifiesto que los lazos entre vecinos y la expectativa de control informal podrían relacionarse con una menor presencia de comportamientos delictivos, sin necesidad de que se traduzcan necesariamente en acciones de control social. Para ello se utilizaron datos de 1.310 encuestados, que informaron de 2.614 problemas relacionados con las drogas y la delincuencia en 148 barrios.
La novedad del estudio está en que no se encontraron evidencias de que la expectativa de ejercer control social informal se tradujera necesariamente en comportamientos efectivos de control social. Sin embargo, la existencia de lazos con los vecinos parece tener un valor preventivo. En los barrios con redes más densas se suele observar una menor prevalencia de comportamientos problemáticos. Además, las personas con un mayor número de contactos es más probable que actúen ante los problemas del barrio que los individuos menos conectados.
Se ha comprobado que en los barrios donde hay relaciones positivas entre los vecinos y niveles elevados de participación comunitaria suele haber una menor incidencia de los robos y otro tipo de delitos. Los lazos familiares están directamente vinculados con el proceso de socialización y contribuyen al control del comportamiento. Las relaciones instrumentales con vecinos contribuyen a resolver los problemas comunes que experimentan en el barrio. La relación con organizaciones comunitarias permite movilizar recursos y afrontar problemas específicos. Por su parte, la creencia compartida en la capacidad del barrio para afrontar los problemas de delincuencia puede funcionar incluso en barrios con poca conectividad entre vecinos. Pese a que en investigaciones anteriores la autoeficacia colectiva se relaciona de manera significativa con la incidencia de la violencia, tanto pública como intrafamiliar, en el estudio australiano no se encontró evidencia consistente de este último aspecto.
En definitiva, el estudio obtuvo los siguientes resultados:
Los residentes es más probable que participen en acciones de control social informal cuando viven en barrios con alta conectividad social y cuando personalmente tienen un mayor número de lazos.
Sin embargo, no se encontró una relación significativa entre la autoeficacia colectiva y la implicación individual en acciones de control informal.
De acuerdo con esta investigación, parece que el control social informal se basa en gran medida en la existencia de relaciones fuertes entre los vecinos, incluso cuando intervenir conlleva un riesgo personal. La percepción de que el barrio es capaz de afrontar los problemas parece tener menos peso que la densidad de las redes personales. El valor preventivo de las relaciones con vecinos también se ha demostrado en otros contextos, como en la reducción del trabajo infantil. Además, los lazos fuertes tienen un papel decisivo en los procesos de movilización social y participación comunitaria.
Este comentario está basado en:
Wickes, R., Hipp, J., Sargeant, E., & Mazerolle, L. (2017). Neighborhood social ties and shared expectations for informal social control: do they influence informal social control actions?. Journal of Quantitative Criminology, 33(1), 101-129.
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