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Comorbilidad, acumulación de riesgos y acciones preventivas polivalentes

Find Rehab Centers (CC BY 2.0)

Factores de riesgo y protección en los programas de prevención efectiva

El modelo de riesgo y protección proporciona un fundamento empírico para el diseño de intervenciones efectivas. Son factores de riesgo aquellos que aumentan la probabilidad de aparición de un problema, mientras que los factores protectores la reducen. En el diseño y la implementación de programas, los factores de riesgo sirven de criterio para seleccionar a la población diana, mientras que los factores de protección dotan de contenido psicosocial a las acciones preventivas.

Normalmente la investigación se centra en identificar los factores de riesgo y protección específicos para cada problema social. Sin embargo, algunos de los factores identificados pueden ser comunes a diferentes problemas sociales. Joseph A. Durlak revisó más de 1200 estudios para detectar los factores comunes en seis áreas de intervención diferentes: (a) problemas comportamentales, (b) problemas académicos, (c) maltrato infantil, (d) lesiones físicas, (e) uso de drogas, y (f) problemas de salud. A partir de dicho análisis elaboró una lista de factores de riesgo comunes, transversales a los diferentes problemas analizados:

  1. Barrios empobrecidos.
  2. Políticas sociales ineficaces.
  3. Escuelas de baja calidad.
  4. Modelos y presión social inadecuadas por parte de los iguales.
  5. Bajo nivel socioeconómico familiar.
  6. Problemas psicopatológicos de los padres.
  7. Conflictos de pareja entre los padres.
  8. Crianza punitiva.
  9. Aparición temprana del problema.
  10. Estrés.

Es frecuente que diferentes problemas sociales coincidan en un mismo segmento de población. Dicha comorbilidad se corresponde probablemente con la coincidencia en los factores de riesgo que hacen de antecedentes en cada caso. Además, se ha comprobado que la acumulación de riesgos tiene un efecto determinante en la aparición de problemas. La exposición a cuatro o más factores simultáneamente acrecienta de forma significativa la vulnerabilidad. Por otro lado, conviene destacar que los factores de riesgo se producen en múltiples niveles ecológicos: individual, familiar, comunitario y social.

Del análisis anterior se pueden extraer algunas conclusiones para la intervención:

  • Los programas que actúan en varios niveles ecológicos son más efectivos. Por ejemplo, una intervención que entrena en habilidades sociales a los adolescentes, que mejora los estilos de crianza de los padres y que promueve un clima social positivo en la escuela puede resultar especialmente funcional en la prevención del abuso de drogas.
  • La incidencia en algunos factores transversales tales como las condiciones de vida en el barrio o la distribución del ingreso pueden tener un valor preventivo generalizado, con una repercusión positiva en varios problemas sociales a la vez.  

El análisis de Joseph A. Durlak también permitió identificar una serie de factores protectores comunes, que pueden utilizarse como guía para la intervención:

  1. Normas sociales positivas.
  2. Políticas sociales efectivas.
  3. Escuelas de calidad.
  4. Modelos positivos por parte de los iguales.
  5. Relaciones positivas padres-hijos.
  6. Habilidades sociales y personales.
  7. Autoeficacia.
  8. Apoyo social.

Tanto la preparación del contexto institucional y comunitario como las pautas de socialización familiar tienen un potencial preventivo importante. Los mecanismos de control social y las regulaciones legales reducen las probabilidades de comportamientos problemáticos. Por su parte, la crianza familiar repercute de forma decisiva en un periodo evolutivo crítico, cuya influencia se alarga a lo largo del ciclo vital.

El modelo de riesgo y protección se basa en la acumulación inductiva de evidencias empíricas. No obstante, el análisis transversal en función de diferentes problemas sociales, como muestra el trabajo pionero de Joseph A. Durlak, puede contribuir a la sistematización de dicho conocimiento, así como a una comprensión más abarcadora de las estrategias de prevención efectivas. También ofrece cierto potencial para la integración (o la coordinación) de los diferentes esfuerzos preventivos.

Referencia

Comentario basado en:

  • Durlak, J. A. (1998). Common risk and protective factors in successful prevention programs. American Journal of Orthopsychiatry, 68(4), 512-520. [PubMed]

Cómo reducir el impacto psicológico de la cuarentena

Quarantine, by Jason Scragz (CC by 2.0)

Información, voluntariedad y altruismo, con una duración corta preestablecida

La revista médica The Lancet acaba de publicar una revisión sistemática de la investigación sobre las consecuencias psicológicas de la reclusión prolongada en el hogar o en una institución. La cuarentena es la separación de las personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa para reducir el riesgo de infección a terceros, mientras que el aislamiento se aplica a quienes ya han sido diagnosticados con la enfermedad. En ambos casos, la reclusión en el hogar (o en un centro hospitalario), conlleva cierto aislamiento social, la restricción de movimientos y una alteración de las pautas de vida cotidiana.

Las evidencias son bastante consistentes a la hora de mostrar que estar aislado en casa de manera prolongada suele conllevar estrés, confusión y enfado. Esto se ve potenciado por la frustración, el aburrimiento, el impacto financiero, o el temor a ser contagiado, entre otros factores. Algunos de estos factores se pueden controlar a través de la realización de actividades creativas, el mantenimiento del trabajo a distancia o la organización de un horario personal de actividades. Otros, son más difíciles de modificar.

Pese a que existen diferencias individuales significativas, en una gran diversidad de situaciones se suele experimentar cansancio, irritabilidad, ansiedad e insomnio. En algunos casos el impacto del estrés postraumático se puede observar incluso algunos años después. Normalmente, la repercusión es mayor en la población más vulnerable social y psicológicamente. Por ejemplo, en algún caso particular se ha observado que la población con menos estudios puede sufrir más estrés.

Estresores y acciones preventivas

En resumen, los estresores más significativos son los siguientes:

  • La duración de la cuarentena.
  • El temor de ser infectado.
  • La frustración y el aburrimiento.
  • La falta de suministros.
  • La información inadecuada.
  • El impacto financiero.
  • El estigma percibido.

De acuerdo con ellos, entre los factores que mitigan el impacto de la cuarentena se cuentan los siguientes:

  1. Es importante disponer de información, de forma que las personas en cuarentena puedan comprender adecuadamente la situación. La comunicación sobre cómo evoluciona la situación debe ser continuada.
  2. Es fundamental disponer de los suministros necesarios, tales como comida, medicina y materiales de protección.
  3. El impacto es menor en la medida en que la duración de la cuarentena es más corta y el plazo establecido no se ve alterado.
  4. La voluntariedad de la cuarentena reduce claramente el estrés, en comparación con la imposición de restricciones.
  5. El énfasis en el valor altruista del aislamiento personal también repercute positivamente.

Por lo tanto, colaborar voluntariamente con las medidas públicas de protección no solo tiene un impacto colectivo en la evolución de la enfermedad, sino que contribuye positivamente a la salud personal. Igualmente, salir a los balcones a aplaudir al personal sanitario es una forma de solidaridad colectiva que también incide en el estado de ánimo de la población. Cuando utilizamos etiquetas como #YoMeQuedoEnCasa o #AplausoSanitario estamos cuidando de la salud comunitaria, pero a la vez cuidamos de nuestra salud personal.

Como vemos, también es importante saber lo que pasa (que no es lo mismo que estar sobreexpuesto a información sobre el tema): de hecho, incluso leer una breve nota informativa sobre las consecuencias de estar aislado puede tener un pequeño efecto beneficioso en la reducción del estrés.

Referencia y nota final

Comentario basado en:

  • Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet, 395(10227), 912-920. DOI:https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30460-8 [pdf]

La mayor parte de los estudios revisados se centran en grupos más o menos delimitados de población potencialmente expuesta a un contagio. Será interesante explorar el impacto psicológico cuando la cuarentena tiene una dimensión poblacional, como ocurre en el caso del COVID-19. Por otro lado, otro tema de gran interés es la reacción de los propios profesionales de la salud, que están significativamente expuestos a circunstancias de estrés y al riesgo de contagio. Para ellos, el apoyo organizativo de los sistemas de salud puede ser determinante.

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