Los paseos inspirados en Jane Jacobs son una oportunidad para recuperar la ciudad, promover la relación entre los vecinos y hacer oír nuevas narrativas urbanas, en contraste con el discurso oficial sobre la ciudad. Julián Sobrino impartió una lección magistral sobre la Sevilla industrial en un paseo en bicicleta que partió de la estación ferroviaria de Plaza de Armas y terminó en la Real Fábrica de Artillería de Sevilla. El itinerario incluyó paradas en el almacén de maderas del Segura y la lonja de pescado de El Barranco, el puente de Triana, las atarazanas, la Casa de la Moneda y la fábrica de tabacos.
El recorrido se convirtió en un paseo histórico por “la Sevilla ilustrada de Pablo de Olavide” y los esfuerzos de modernización en “la Sevilla de Pickman”. El relato hizo referencia, entre otros muchos temas, a los ferrocarriles pioneros -vinculados a la industria del vino de Jerez-, el transporte de maderas por el río Guadalquivir –con la carpintería de ribera- o la introducción de especies americanas en los proyectos de jardines de Botelou.
En apenas 4 kilómetros del núcleo histórico los paseantes se trasladaron a “la primera industria del tabaco que aparece en el mundo” o a la concentración en el entorno del Puente de Triana en pleno siglo XIX del mercado del Barranco, Sevillana de Electricidad, la fundición y Catalana de Gas. Esto permitió conocer una Sevilla de “ateneos literarios, actividades teatrales y renovación del ambiente urbano con paseos y jardines, junto con la reforma de la Alameda”.
El tema de fondo fue la relación de la ciudad con su patrimonio. Sevilla tiene mucho suelo industrial desocupado: “si estimamos la superficie del conjunto podría ser el equivalente al 60 por ciento del casco histórico”. Gran parte de las reflexiones de Julián Sobrino se centraron en cómo evitar la privatización del espacio público y conservar el patrimonio industrial: “cuando una fábrica se cierra, el uso del espacio tiene que seguir siendo industrial, para mantener la diversidad de usos y proteger su patrimonio”.
En este marco propuso la creación de “un museo descentralizado de la ciudad” y “parar el proyecto de urbanización de Altadis”. “En Sevilla se podría contar con un espacio destinado a la historia del tabaco o proponer a la UNESCO la protección de un conjunto del siglo XVIII o el patrimonio industrial. El trato que Sevilla da a su patrimonio refleja en parte la difícil relación del mediterráneo católico con el mundo del trabajo”.