Las 18 competencias del psicólogo comunitario describen los principios de empoderamiento y cohesión social, las habilidades para la gestión y el desarrollo de programas comunitarios, las competencias para poner en marcha iniciativas de cambio social, y las estrategias de investigación comunitaria.
El volumen 7 (4) del GJCPP es una recopilación de experiencias en Estados Unidos y en Europa sobre la formación y el desarrollo profesional de los psicólogos comunitarios. En todos los casos se examina dicha experiencia desde el punto de vista de las 18 competencias profesionales definidas originalmente por Dalton y Wolfe (2012). El monográfico se abre con un interesante comentario por parte de James H. Dalton, un investigador con gran ascendencia en el área y autor de uno de los manuales ya clásicos de psicología comunitaria:
Dalton, J. H. (2016). Just What Community Psychologists Would Do: A Commentary on the Special Issue. Global Journal of Community Psychology Practice, 7 (4), 1-6. [Web] [pdf]
Isidro Maya Jariego (Universidad de Sevilla). Competencies for Community Psychology Practice in Spain. [Web] [pdf] [ESP]
Este material puede ser de interés para los estudiantes de psicología y ciencias sociales que se están especializando en el campo de la intervención social y comunitaria.
Si lo deseas, puedes participar con tus comentarios sobre las competencias profesionales en el foro que han abierto para ello en la revista GJCPP.
CommPsych
Para saber más
Catálogo de competencias Europsy en Psicología comunitaria [EuroPsy Comunitaria]
Los orígenes de la psicología comunitaria están asociados a la transformación de los servicios de salud mental. En Estados Unidos los centros de salud mental comunitaria empiezan a poner un mayor énfasis en la prevención y en la actuación en barrios y comunidades en la década de los 1960. Se ponen en marcha estrategias de promoción y organización comunitaria, se desarrollan contextos alternativos e iniciativas de auto-ayuda, se extienden las dinámicas participativas y de investigación-acción. Esto supone una transformación del rol y la práctica de los psicólogos. En España tiene lugar un cambio parecido en la década de los 1980, con el desarrollo de los servicios sociales, las experiencias pioneras en salud comunitaria y la reforma del sistema sanitario.
La Ley de Ordenación de Profesiones Sanitarias (LOPS) de 2003 dejó a los psicólogos que ejercían en el ámbito sanitario en un vacío legal. Para resolverlo, la Ley de Salud Pública de 2011 y otros desarrollos normativos posteriores introdujeron regulaciones para el ejercicio profesional de los psicólogos en el ámbito sanitario. Para desempeñar su labor en la sanidad pública los profesionales deben disponer a partir de entonces del título de Especialista en Psicología Clínica o realizar el Máster en Psicología General Sanitaria.
Sin embargo, la preocupación en los colegios profesionales por conseguir el reconocimiento sanitario para los profesionales de la psicología ha dejado en un segundo plano las necesidades de otros perfiles profesionales. Por ejemplo, los profesionales de la intervención comunitaria podrían verse forzados a acomodarse a otro perfil para garantizar su ejercicio profesional. Por poner un caso ilustrativo, las actividades de diagnóstico o de intervención con familias que se realizan en los servicios sociales comunitarios pasan a considerarse “sanitarias” y para ejercerlas se aplican los mismos requisitos que se exigen en el sistema de salud.
En la práctica puede ocurrir que psicólogos con un perfil comunitario o de acción social se vean obligados a la especialización clínica o a completar su formación en psicología sanitaria en contextos de intervención donde las necesidades sociales requieren otros perfiles de actuación. Para evitarlo, los colegios profesionales posiblemente tendrían que trabajar por un reconocimiento equivalente de otros perfiles de la psicología. Tanto la definición de perfiles profesionales por parte del COP como los estándares de acreditación europeos (Europsy) son antecedentes que pueden contribuir en ese sentido, sin poner en riesgo un rol que ha servido en las últimas décadas para responder de manera más pertinente y efectiva a las necesidades de la comunidad.
Consulta qué hacen los psicólogos de la intervención social y comunitaria:
Guía EuroPsy para la evaluación de la práctica supervisada en Psicología de la Intervención Social y Comunitaria [ISyC], utilizada como modelo de referencia en el Máster en Psicología de la Intervención Social y Comunitaria de la Universidad de Sevilla [PISyC]
Bosque, R. (2013). “Baúl de Juegos”: La semilla de una intervención social y comunitaria para la prevención y erradicación del trabajo infantil en Barranquilla.
Cortés, V. (2013). Gestión del cambio en organizaciones educativas. Estudio de caso de tres centros donde se aplica “Baúl de Juegos”.
Este es el resumen elaborado por Raquel Bosque sobre su experiencia en Barranquilla:
<<Baúl de Juegos: La Semilla de una intervención Social y Comunitaria para la prevención del Trabajo Infantil en la Ciudad de Barranquilla, Colombia.
El Baúl de Juegos es un proyecto de intervención comunitaria en salud para la recuperación emocional de la infancia víctima del trabajo infantil a través de la lúdica promovido por la Universidad del Norte (Barranquilla) en colaboración con la Universidad de Sevilla. La Universidad de Sevilla centra su actividad en la evaluación continua y monitoreo del programa para la detección de buenas prácticas y la propuesta de mejoras en el campo de la participación social y la potenciación comunitaria.
Desde el Master Psicología de la Intervención Social y Comunitaria se presentó un estudio de casos cualitativo siguiendo el Modelo Getting to Outcomes y que ha sido denominado: Baúl de Juegos: La Semilla de una intervención Social y Comunitaria para la prevención del Trabajo Infantil en la Ciudad de Barranquilla, Colombia.
Este estudio de Casos ha tenido como objetivo evaluar el proyecto: a) conocer los aspectos claves del programa y el desarrollo de la implementación para la detección de buenas prácticas, b) valorar la pertinencia de incorporar a las familias en el programa mediante el diagnóstico de la situación actual de las familias y su presencia en el desarrollo del programa, y c) analizar los contextos de referencia para la detección de aspectos comunitarios potenciadores de la intervención. Para ello se han utilizado métodos y técnicas de investigación social tales como: Diario de campo o Cuaderno Bitácora, entrevistas semi-estructuradas a informantes claves, observaciones participantes, entre las que se incluyen los encuentros comunitarios con el acompañamiento de un/a referente autóctono/a.
Los resultados obtenidos llevan a plantear mejoras centradas en:
El colectivo infantojuvenil como eje central del programa.
Presencia familiar en todas las facetas del proyecto.
Elección de un espacio comunitario neutro para la implementación del programa.
Limitación de las funciones y competencias de los miembros del Equipo técnico y creación de mecanismos de control y seguimiento.
Coordinación efectiva y eficaz entre las diferentes instituciones y agentes sociales.
La visibilización de las actividades y tareas del programa.
Consolidación de la perspectiva de género como un eje transversal.
En definitiva, se aboga por el planteamiento del programa desde una perspectiva estructural-funcionalista, sociocrítica y humanista que permita una mirada integral e integradora para la implementación de una intervención social y comunitaria real, sólida y eficiente que incorpore los conceptos de sentido de comunidad, participación social de las familias y la potenciación comunitaria como elementos claves y centrales de las propuestas de intervención (investigación-acción) para la prevención y erradicación de situaciones de especial vulnerabilidad del colectivo infantil en contextos de marginalidad y pobreza.>>
A continuación se recoge el registro gráfico de la experiencia de Raquel Bosque durante el segundo semestre del 2013. Las actividades tuvieron lugar en varios colegios de Barranquilla. Los padres y/o tutores de los niños y niñas del Baúl de Juegos autorizaron la difusión de imágenes de los menores participantes en el programa.
María Luisa Vecina, profesora de psicología social de la Universidad Complutense de Madrid, impartió la sesión “Altruismo, cotilleo y voluntariado” en el Máster en Psicología de la Intervención Social y Comunitaria. Su presentación combinó la exposición de avances teóricos en el estudio del voluntariado junto a consideraciones prácticas en la gestión de entidades y programas solidarios. Los contenidos se organizaron en torno a tres ejes temáticos:
Bases psicosociales y emocionales del altruismo y el comportamiento prosocial
Avances en la investigación sobre voluntariado y permanencia en las organizaciones
Aplicaciones prácticas sobre la gestión del voluntariado y el compromiso en entidades solidarias
Yo rasco tu espalda si hay algún mecanismo que garantiza que alguien rascará la mía
El voluntariado se ubica en el marco del comportamiento de ayuda sostenida en el tiempo que tiene lugar entre personas desconocidas. En cierta medida, este tipo de fenómenos sociales se sostiene bajo la norma de la reciprocidad indirecta, esto es, cabría esperar que esta norma solidaria se comparta entre los miembros de una sociedad, de manera se percibiera un equilibrio entre los esfuerzos invertidos y los beneficios obtenidos gracias a esta norma de generosidad compartida. «Si hoy realizo algo por los demás… fomento que en algún momento la sociedad también garantice que algo se hará por mi». El voluntariado, pues, también tendría conexiones emocionales en el plano moral en la medida en que se percibiera como obligatorio responder al comportamiento de ayuda.
El voluntariado como vía para emplear nuestras fortalezas al servicio de una meta más importante que uno mismo
La investigación sobre voluntariado ha evolucionado durante las últimas décadas. Las primeras aproximaciones trataron de indagar factores individuales (e incluso de personalidad) que pronosticaban una mayor implicación en actividades solidarias. Posteriormente, se complementó con factores de tipo psicosocial, entre los que cabría citar la motivación como principal objeto de estudio, es decir, se trataba de identificar qué razones explican que las personas se involucren en el voluntariado, aún implicando en la mayoría de las ocasiones más costes que beneficios aparentes. Esta visión coste-beneficio se amplió también a partir del análisis de aquellos beneficios intangibles, tales como el sentimiento de pertenencia, el autoconcepto, la autorrealización, la sensación de control y poder y el empoderamiento, entre otros.
Actualmente, la investigación en psicología social y comunitaria asume un peso importante de los aspectos organizativos y contextuales de la participación. Es el caso de variables como la satisfacción con el servicio, la integración en la organización, o la identificación con el rol de voluntariado y la organización.
De fondo, el análisis de los efectos del voluntariado, que si bien hasta ahora se concentraban en la propia persona voluntaria, también se incorporan factores de eficacia social de las experiencias de participación en programas de voluntariado. En otras palabras, la psicología comunitaria concentra sus esfuerzos en estudiar el impacto individual de la participación, pero también las consecuencias sobre las organizaciones y los beneficios comunitarios del voluntariado.
5 claves para la gestión del voluntariado
Durante la sesión se consideraron diferentes propuestas prácticas para la gestión de programas de voluntariado a partir de evidencias empíricas. A continuación se presentan algunas de los principales asuntos tratados:
El estatus socioeconómico y la cercanía geográfica al lugar del ejercicio del voluntariado serían mejores predictores de la permanencia que las propias motivaciones. Las motivaciones son más sensibles a la experiencia de voluntariado, pueden evolucionar, esto es, tienen un mayor nivel de flexibilidad.
La satisfacción de la persona voluntaria pronostica la permanencia del voluntariado en sus primeras fases. Pero a medida que se adquiere experiencia, el compromiso con la organización y el desarrollo de la identidad de rol serían factores más potentes para explicar la permanencia. En cierta medida, este argumento apoya la idea de capacitar a las entidades en la gestión del voluntariado de acuerdo a las diferentes fases en las que se encuentren.
La adecuación de las tareas a las competencias personales y demandas emocionales del voluntariado son vitales para prevenir episodios de burnout (sentirse quemado) y abandono de la organización. Una vez aparecen estas sensaciones poco se puede hacer. Elaborar metas significativas para el voluntariado, la formación y un adecuado sistema de supervisión ahorrarían costes emocionales y prolongaría una colaboración saludable entre la persona y la organización responsable del programa de voluntariado.
La decisión de iniciar una actividad de voluntariado es meditada y planificada en el tiempo, sin embargo, un alto porcentaje de personas la inician bajo petición expresa, esto es, una vez se le solicita expresamente la ayuda. No obstante, la reactancia (o rechazo ante circunstancias percibidas de presión o hartazgo) es un elemento a considerar ya que limitaría la capacidad de las organización para hacer atractiva una futura colaboración.
El lado más oscuro de la ayuda. «The moral licensing effect» o efecto de licencia moral hace referencia al proceso por el que personas que desarrollan un autoconcepto moral positivo disminuyen el comportamiento social de ayuda, esto es, se «liberan» de demostrarlo en futuras situaciones. Por otra parte, determinadas relaciones de ayuda pueden derivar en situaciones de dependencia, estigmatización social de la persona «necesitada» o disminución de la autoestima. La evaluación de programas y la consideración de diferentes niveles de análisis más allá del individual llevará a conocer qué efectos tiene el programa sobre las personas participantes y sobre los contextos de intervención y las causas que generan problemas sociales.
La sesión tendrá lugar el 6 de noviembre a las 16.00 en el Aula 14 Seminario 1. Si estás interesado en asistir, escribe un correo a: comunitaria@us.es
Investigación y gestión del voluntariado. ¿Cuándo y por qué ayudamos? Reciprocidad directa e indirecta. Gratitud y venganza como emociones morales que amplían el juego de la reciprocidad. Cotilleo como mecanismo de control social. El lado oscuro de la ayuda: the moral licensing effect.
Los días 21 y 22 de mayo se celebran en la Facultad de Psicología de Sevilla las jornadas «Competencia cultural comunitaria». En el encuentro se analiza la situación de los temporeros agrícolas, el control de fronteras y las dinámicas de integración comunitaria.
EMPODERAMIENTO, PLANIFICACIÓN ESTRATÉGICA Y PARTICIPACIÓN COMUNITARIA
Ignacio Laffarga, coordinador de Amnistía Internacional en Andalucía, y Amelia Bellerín, coordinadora de áreas de la Federación de Servicios Financieros y Administrativos (COMFIA-A) presentaron experiencias de intervención centradas en procesos de planificación estratégica, enfatizando el componente de participación comunitaria en el proceso. Ambas iniciativas coinciden en la vocación de fortalecimiento institucional de fondo y en una filosofía cercana a los principios del empoderamiento organizacional. La mesa de experiencias puso de relieve la oportunidad de visualizar cómo los principios teóricos de la planificación estratégica se ajustaron a diferentes contextos de intervención, así como una reflexión compartida de aquellas claves de éxito identificadas por los propios protagonistas en ambas entidades.
Amnistía Internacional
Amnistía Internacional cuenta con planes estratégicos diseñados a nivel internacional y estatal. La delegación en Andalucía asumió el reto de conectar estos planes a partir del diagnóstico de la realidad del funcionamiento de sus grupos locales y la labor de activismo e incidencia sociopolítica a nivel autonómico. Se diseñó una hoja de ruta, y el proceso estuvo liderado por un grupo impulsor. La diversidad de técnicas empleadas durante el proceso refleja el esfuerzo por hacer partícipe a diferentes grupos de interés (personas socias, responsables de grupos locales, activistas y personas voluntarias). Se realizaron encuestas on-line, combinadas con entrevistas en profundidad y grupos de discusión con el propósito de proponer iniciativas para el futuro de la organización. Un encuentro diseñado a modo de foro comunitario elaboró un conjunto de propuestas iniciales que derivaron en seis áreas de trabajo y la definición de más de treinta medidas. En la actualidad el Plan Estratégico de AI en Andalucía 2013-2016 ha sido aprobado en asamblea y se encuentra en fase de difusión interna y externa. La colaboración con la Universidad de Sevilla continuará también durante el próximo año y se centrará en la definición de un plan operativo anual y en el establecimiento de indicadores para el seguimiento del plan estratégico.
COMFIA
Comfia-A cuenta con un área estratégica de desarrollo de cuadros sindicales, que concentra sus esfuerzos en fomentar una participación activa de sus bases en la dinámica de funcionamiento de la Federación, combinando la atención directa en las empresas con la colaboración en los procesos que dan cobertura al conjunto de áreas que cubre la organización. La diversidad de los sectores que atiende es un elemento clave a considerar, ya que los niveles de participación varían en función de su naturaleza (y la calidad en las relaciones laborales), como el caso de los call-center, o el sector de las TIC, la banca e incluso la dinamización de la participación sindical en entidades no gubernamentales, entre otros. El programa de desarrollo de cuadros se basa en la definición de competencias para la participación sindical por parte de los delegados y delegadas sindicales, tales como el liderazgo, la motivación, el compromiso, la resolución de conflictos y el trabajo en equipo, que posteriormente son entrenadas a través de itinerarios formativos. El programa tiene su fundamento en la gestión por competencias y requiere una intensa coordinación entre las diferentes áreas que componen COMFIA-A. Entre ellas, se presta especial énfasis en la participación de las mujeres en puestos de toma de decisiones y en la participación de la población juvenil en la estructura de COMFIA-A. El componente estratégico de la intervención radica en la elaboración de un plan de trabajo anual por parte de cada área, revisado periódicamente y con una vocación de innovación y mejora continua a partir del conocimiento acumulado. El componente estratégico daría un valor complementario a la hora de medir resultados, ya que los indicadores de éxito no solamente estarían definidos en términos de cuotas de afiliación o de los resultados electorales en las empresas.
Buenas prácticas
A continuación, destacamos algunas de las ideas clave en torno a los procesos de planificación estratégica a partir de las experiencias de Amnistía Internacional y COMFIA-A:
La planificación estratégica contribuye a la vertebración interna de las organizaciones, define su filosofía, valores y las prioridades a atender en situaciones donde se trabajan con poblaciones o contextos de alto riesgo de vulnerabilidad (violaciones de los derechos humanos, conflictos laborales, etc.)
El compromiso con el “pensamiento estratégico” debe recorrer el conjunto de procesos de la organización. Debe ser algo asumido y compartido por sus integrantes. Aún así, se recomienda ubicar a una o varias personas como referentes de los planes estratégicos de las organizaciones.
La elaboración de un plan estratégico no es percibido como un fin en sí mismo (a pesar del componente participativo del proceso) sino más bien como un apoyo permanente al logro de los objetivos propuestos. El ciclo o proceso de identificación de indicadores, medición y análisis de los resultados tiene un alto componente de sistematización de la práctica que las entidades incorporan a su quehacer cotidiano
Ambas experiencias coinciden en que el potencial de la planificación estratégica reside en la capacidad para hacer visible los resultados de manera empírica u observable, bien a través de planes operativos, evaluando el proceso y la efectividad de los programas, etc. Las competencias que las organizaciones asumen en la lógica de la intervención, y en su capacidad para evidenciar innovaciones son identificadas como aspectos facilitadores del empoderamiento organizativo.
ATENCIÓN SOCIO-COMUNITARIA A SOLICITANTES DE ASILO Y REFUGIO
Cristian Bohórquez presentó los programas y experiencias del Centro de Acogida a Refugiados (CAR) de Sevilla. El CAR es un contexto residencial de intervención en el que los solicitantes de asilo y refugio hacen generalmente estancias breves, de menos de un año. La procedencia nacional de los solicitantes de asilo y refugio cambia periódicamente, de forma que los profesionales del centro están en un proceso continuo de adaptación y revisión de estrategias de ajuste comunitario.
Entre las dificultades de intervención se cuentan el perfil de los solicitantes que entran en el centro, el contexto residencial de atención y los resultados de la solicitud de asilo:
Las situaciones más dramáticas de asilo y refugio se dan con frecuencia en los países limítrofes con las áreas de conflicto. En cambio, el perfil de los solicitantes de asilo y refugio en los centros de atención en España suele corresponder a personas con más recursos sociales y personales. Eso ha llevado a poner en marcha algunos programas de selección de los participantes en los campos de refugiados.
Muchos residentes no obtienen finalmente el permito de asilo y refugio. Como consecuencia, se hace difícil planificar estrategias de integración socio-comunitaria en el contexto de provisionalidad e incertidumbre de los solicitantes. En ese contexto se desarrollan actividades de “pre-integración”, contando con que actividades como el aprendizaje del español acaben teniendo una repercusión a medio plazo.
Los contextos residenciales conllevan en ocasiones dinámicas de institucionalización de los residentes, dando lugar a situaciones de dependencia o falta de autonomía. Otras organizaciones cuentan con pisos de acogida que pueden facilitar un estilo de vida más independiente y el desarrollo de habilidades para la vida diaria, con mayor cercanía a la sociedad local.
La intervención en el centro se desarrolla siguiendo itinerarios individualizados de inserción, en una secuencia de actuaciones que discurre a través de (a) la primera acogida, (b) las clases de español, (c) la formación ocupacional y (d) el acompañamiento en la búsqueda de empleo.
La vulnerabilidad psiquiátrica se trabaja como preparación para el itinerario individualizado. También se realiza un trabajo específico con menores, que se enfrentan a un contexto de especial riesgo, pasan por dificultades en su contexto familiar y viven en un contexto institucionalizado.
Entre las prácticas efectivas de intervención se mencionaron iniciativas de sensibilización, integración comunitaria, formación y participación comunitaria:
Una línea de trabajo importante del centro son las actividades de sensibilización, con ciclos de cine, encuentros de comidas internacionales, teatro, etcétera.
Entre las actividades de inserción laboral se organizan reuniones con empresarios y premios de inserción social a las empresas con experiencias positivas de inserción.
El centro ha desarrollado actividades de formación externa a profesionales, para mostrar cómo se trabaja con refugiados. Por ejemplo, se ha proporcionado formación a los profesionales de todos los centros de salud de la provincia. También se han desarrollado sesiones con profesores, trabajadores públicos, etcétera.
El CAR cuenta también con un comité de representantes de los residentes, que permite hablar sobre los problemas del centro desde el punto de vista de los usuarios.
Desde hace unos años participan en una red transnacional para elaborar una base de datos de recursos laborales y educativos para los refugiados de los 10 países de origen más frecuentes. Esto facilita la orientación y la homologación, entre otras actividades.
En el centro participan unos 25 estudiantes en prácticas cada año, que ofrecen una oportunidad a los residentes para relacionarse con su entorno.
EDUCACIÓN PARA LA PARTICIPACIÓN Y DESARROLLO ASOCIATIVO
Antonio Moreno Mejías es miembro del colectivo CRAC para la participación ciudadana y desde los años ochenta ha colaborado activamente en diferentes iniciativas para fomentar la participación asociativa en contextos diversos. El inicio de su presentación tuvo como eje central la exposición de los cambios metodológicos que se han generado en las nuevas formas de participación ciudadana. Entre los elementos más destacados del colectivo CRAC cabe mencionar que sus líneas de acción han tomado como referencia tres dimensiones fundamentales:
La formación como instrumento para potenciar la participación ciudadana;
El interés por las nuevas tecnologías aplicadas a la promoción y la gestión de participación;
La difusión de los resultados de programas de intervención a través de una línea de publicaciones en formato de cuadernos prácticos de base metodológica que describen buenas prácticas de gestión asociativa.
Antonio Moreno realizó una presentación orientada a mostrar el papel que ha tenido el fortalecimiento del asociacionismo que ha desarrollado el colectivo CRAC en la definición de políticas públicas. En ese proceso se puso el acento en la transición que experimentó el propio colectivo CRAC en su estructura interna y en sus funciones, al pasar de ser un centro de recursos a un colectivo que asesora en la formulación de proyectos de desarrollo vinculados a la participación. Desde este enfoque lo que en inicio era una práctica asociativa, acabó transformándose en una política pública socialmente respaldada.
Dentro de la línea de acción del CRAC uno de los aspectos característicos es el modelo de financiación que ha desarrollado la entidad. En este sentido el colectivo CRAC financia su actividad a través de distintas vías por lo que reduce al mínimo la dependencia de organismos financiadores externos. Así el colectivo diversifica sus fuentes de recursos y recibe financiación a través de (1) subvenciones, (2) prestación de servicios, (3) convenios y (4) la venta de publicaciones. Finalmente el profesional invitado puso de relieve determinadas cuestiones de carácter ético y profesional que resultan claves en la gestión de este tipo de iniciativas participativas. Este es el caso por ejemplo de las tensiones de poder que pueden tener una marcada influencia en la interacción entre los colectivos que potencian la participación y las entidades financiadoras de los programas de intervención.
Buenas prácticas
Entre las buenas prácticas de intervención se cuenta la elaboración de cuadernos formativos para el desarrollo de asociaciones y la promoción de la participación comunitaria.
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