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La experiencia de ser parte de algo más grande que uno mismo

Gathering, by Ștefan Jurcă (CC BY 2.0 DEED)

Por qué nos reunimos, según Durkheim

Un trabajo reciente de Bernard Rimé y Darío Páez muestra que los planteamientos clásicos de Émile Durkheim sobre las bases psicosociales de la pertenencia colectiva han sido ampliamente confirmados con la investigación experimental reciente.

En Las formas elementales de la vida religiosa Durkheim señalaba que la realización de reuniones periódicas les permite a diferentes colectivos sociales revitalizar y fortalecer el sentido de pertenencia. La sincronización de acciones y emociones genera un clima de efervescencia que proporciona a los individuos el sentimiento de formar parte de un “nosotros” o incluso la sensación de disolverse en el colectivo.

Este proceso normalmente tiene lugar a través de cinco niveles sucesivos de intensidad creciente:

  1. Un estado mental común. La presencia en un mismo escenario y la interacción hace que los individuos se centren en temas comunes.
  2. Manifestaciones comportamentales homogéneas. La imitación de los comportamientos de los demás y en general la sincronización de conductas aumentan la confianza y los sentimientos de similitud y pertenencia.
  3. Conciencia de grupo. Los individuos empiezan a actuar de acuerdo con metas y normas comunes, difuminando las diferencias interindividuales.
  4. Transmisión emocional, y amplificación emocional recíproca. Las emociones se intensifican en un contexto colectivo, al verse reforzadas por los sentimientos de los demás.
  5. Un estado de alta intensidad denominado «efervescencia». La espiral de amplificación de emociones puede redundar en un estado de exaltación y en experiencias personales transformadoras.

La revisión de Rimé y Páez pone de manifiesto que la investigación experimental ha aportado un conjunto de evidencias que corroboran en gran medida la descripción original de Durkheim. En el ámbito de la psicología comunitaria, sería de interés explorar cómo la sincronía emocional percibida en reuniones, ceremonias y rituales contribuye al desarrollo del sentido psicológico de comunidad a largo plazo. Los cinco niveles antes descritos muestran también la interdependencia entre la experiencia subjetiva de pertenencia y la base comportamental en la que se asienta. Una razón más para poner la interacción social en el centro del estudio del sentido psicológico de comunidad.

En contrapartida, las evidencias disponibles cuestionan la asociación del nivel de efervescencia con los comportamientos violentos y desenfrenados que les atribuía Durkheim. No obstante, personalmente creo que sería de interés explorar la otra cara de la dilución del individuo en el colectivo. Tanto los efectos de amplificación emocional de las experiencias en grupo como la reducción de la diferenciación entre el yo y el otro proporcionarían una base interesante para comprender las dinámicas de exclusión social que en ocasiones tienen lugar en comunidades altamente cohesivas (hacia aquellos que no son miembros del colectivo). En determinadas circunstancias, la afirmación del propio grupo y la discriminación del exogrupo pueden ser las dos caras de la misma moneda. Pero esto es harina de otro costal.

Este comentario está basado en:

  • Rimé, B., & Páez, D. (2023). Why we gather: A new look, empirically documented, at Émile Durkheim’s theory of collective assemblies and collective effervescence. Perspectives on Psychological Science, 18(6), 1306-1330.