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Cinco estrategias para prevenir la «epidemia de desinformación»

Daniel Foster (CC BY-NC-SA 2.0)

Propagación de información falsa sobre COVID19 en las redes

Con la pandemia de COVID-19 se ha producido un aumento de la desinformación que también tiene consecuencias negativas en la salud pública. Como la desinformación se canaliza a través de las redes, las acciones preventivas también pueden consistir en intervenciones basadas en redes. A ese respecto, un trabajo reciente describe cinco tipos de actuaciones preventivas contra la desinformación:

  1. Movilizar a líderes de opinión. Esta estrategia consiste en identificar a personas clave en la difusión de información en las redes naturales, que pueden influir en la transmisión de información válida y contrastada. Como la población a veces desconfía de las fuentes institucionales, o está condicionada por dinámicas de polarización política, una estrategia puede consistir en implicar a YouTubers y otras figuras que son influyentes en su entorno.
  2. Segmentar en grupos. Se trata de identificar subgrupos de población que son especialmente susceptibles a la desinformación y que necesitan entrar en contacto con fuentes de información fiable. Por ejemplo, los movimientos “antivacunas” o los denominados “negacionistas” suelen constituir grupos cerrados que refuerzan la consistencia ideológica.
  3. Promover la viralidad. Normalmente consiste en recurrir a mediadores naturales y mentores que promueven comportamientos positivos de salud. La información positiva también se puede propagar más fácilmente a través de las redes de contactos interpersonales. Así funcionan por ejemplo campañas como #MeQuedoenCasa o la difusión de hábitos saludables a través de bailes en TikTok.
  4. Modificar las dinámicas de las redes. Cuando es viable, se recurre a eliminar las fuentes de desinformación (por ejemplo, algunas cuentas en medios sociales) para prevenir la difusión de información falsa o no contrastada. En términos de redes, consiste en eliminar nodos o lazos. Tanto la eliminación de “bots” que difunden desinformación como la introducción de otros que promueven los comportamientos de protección sirven para ilustrar esta estrategia. También la existencia de plataformas online entre vecinos que permitieron organizar la autoayuda durante el confinamiento.
  5. Rediseñar las plataformas de networking. Se puede colaborar con las empresas de medios sociales para estructurar las plataformas de forma que dificulten la difusión de información negativa (por ejemplo, evitando procesos de segregación o facilitando la existencia de contactos externos al grupo). Las plataformas pueden introducir advertencias sobre los contenidos no contrastados o modificar los algoritmos que modulan la difusión de información y la formación de relaciones.

Basado en:

Young, L. E., Sidnam-Mauch, E., Twyman, M., Wang, L., Xu, J. J., Sargent, M., … & Monge, P. (2021). Disrupting the COVID-19 Misinfodemic With Network Interventions: Network Solutions for Network Problems. American Journal of Public Health, 111(3), 514-519. [AJPH]

Para saber más:

Maya-Jariego, I. (2016). 7 usos del análisis de redes en la intervención comunitaria. Redes. Revista Hispana para el Análisis de Redes Sociales, 27(2), 1-10. [REDES]


Cómo reducir el impacto psicológico de la cuarentena

Quarantine, by Jason Scragz (CC by 2.0)

Información, voluntariedad y altruismo, con una duración corta preestablecida

La revista médica The Lancet acaba de publicar una revisión sistemática de la investigación sobre las consecuencias psicológicas de la reclusión prolongada en el hogar o en una institución. La cuarentena es la separación de las personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa para reducir el riesgo de infección a terceros, mientras que el aislamiento se aplica a quienes ya han sido diagnosticados con la enfermedad. En ambos casos, la reclusión en el hogar (o en un centro hospitalario), conlleva cierto aislamiento social, la restricción de movimientos y una alteración de las pautas de vida cotidiana.

Las evidencias son bastante consistentes a la hora de mostrar que estar aislado en casa de manera prolongada suele conllevar estrés, confusión y enfado. Esto se ve potenciado por la frustración, el aburrimiento, el impacto financiero, o el temor a ser contagiado, entre otros factores. Algunos de estos factores se pueden controlar a través de la realización de actividades creativas, el mantenimiento del trabajo a distancia o la organización de un horario personal de actividades. Otros, son más difíciles de modificar.

Pese a que existen diferencias individuales significativas, en una gran diversidad de situaciones se suele experimentar cansancio, irritabilidad, ansiedad e insomnio. En algunos casos el impacto del estrés postraumático se puede observar incluso algunos años después. Normalmente, la repercusión es mayor en la población más vulnerable social y psicológicamente. Por ejemplo, en algún caso particular se ha observado que la población con menos estudios puede sufrir más estrés.

Estresores y acciones preventivas

En resumen, los estresores más significativos son los siguientes:

  • La duración de la cuarentena.
  • El temor de ser infectado.
  • La frustración y el aburrimiento.
  • La falta de suministros.
  • La información inadecuada.
  • El impacto financiero.
  • El estigma percibido.

De acuerdo con ellos, entre los factores que mitigan el impacto de la cuarentena se cuentan los siguientes:

  1. Es importante disponer de información, de forma que las personas en cuarentena puedan comprender adecuadamente la situación. La comunicación sobre cómo evoluciona la situación debe ser continuada.
  2. Es fundamental disponer de los suministros necesarios, tales como comida, medicina y materiales de protección.
  3. El impacto es menor en la medida en que la duración de la cuarentena es más corta y el plazo establecido no se ve alterado.
  4. La voluntariedad de la cuarentena reduce claramente el estrés, en comparación con la imposición de restricciones.
  5. El énfasis en el valor altruista del aislamiento personal también repercute positivamente.

Por lo tanto, colaborar voluntariamente con las medidas públicas de protección no solo tiene un impacto colectivo en la evolución de la enfermedad, sino que contribuye positivamente a la salud personal. Igualmente, salir a los balcones a aplaudir al personal sanitario es una forma de solidaridad colectiva que también incide en el estado de ánimo de la población. Cuando utilizamos etiquetas como #YoMeQuedoEnCasa o #AplausoSanitario estamos cuidando de la salud comunitaria, pero a la vez cuidamos de nuestra salud personal.

Como vemos, también es importante saber lo que pasa (que no es lo mismo que estar sobreexpuesto a información sobre el tema): de hecho, incluso leer una breve nota informativa sobre las consecuencias de estar aislado puede tener un pequeño efecto beneficioso en la reducción del estrés.

Referencia y nota final

Comentario basado en:

  • Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet, 395(10227), 912-920. DOI:https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30460-8 [pdf]

La mayor parte de los estudios revisados se centran en grupos más o menos delimitados de población potencialmente expuesta a un contagio. Será interesante explorar el impacto psicológico cuando la cuarentena tiene una dimensión poblacional, como ocurre en el caso del COVID-19. Por otro lado, otro tema de gran interés es la reacción de los propios profesionales de la salud, que están significativamente expuestos a circunstancias de estrés y al riesgo de contagio. Para ellos, el apoyo organizativo de los sistemas de salud puede ser determinante.

EpicTop10.com (CC by 2.0)