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De la adversidad infantil a la violencia entre adolescentes

The Busy Gang, by Lars Dahlin (CC BY-NC-ND 2.0)

Espiral de trauma y violencia en adolescentes de bandas urbanas

En Estados Unidos hay unas 30.000 bandas en las que participan más de 750.000 jóvenes. La adversidad infantil y la poli-victimización durante la infancia (es decir, la exposición a diferentes formas de trauma y estrés) son un antecedente directo de la participación en bandas y el ejercicio de la violencia en las mismas.

Entre los factores de riesgo que predicen la incorporación a bandas durante la adolescencia se han documentado:

  • Los problemas económicos.
  • Pertenecer a hogares en situación de pobreza.
  • La exposición a la violencia.
  • La percepción de la escuela como un lugar inseguro.
  • La adversidad infantil, las experiencias traumáticas y la poli-victimización.

El ciclo de la violencia

La victimización y la violencia se refuerzan mutuamente. Una investigación cualitativa con adolescentes afroamericanos y latinos en Milwaukee (Wisconsin) ilustra la espiral de trauma y violencia en la que se ven envueltos:

  1. Las víctimas de experiencias traumáticas durante la infancia pueden experimentar secuelas psicológicas, tales como estrés postraumático, depresión y abuso de drogas.
  2. La exposición al trauma conduce a la normalización de la violencia (por un proceso de habituación o desensibilización), lo cual lleva a un proceso acumulativo de exposición a la violencia y la adversidad.
  3. La combinación de violencia en la familia y el barrio lleva a muchos adolescentes a buscar seguridad y afiliación en las bandas, que también les permiten obtener beneficios económicos (normalmente a través de la venta de drogas y actividades ilícitas).
  4. Sin embargo, la implicación en bandas suele conducir a más violencia y a una exposición acumulativa a procesos de trauma y victimización. Muchos reportan sentimientos de culpa e inseguridad, y conductas de venganza e hipervigilancia como parte de su participación en las bandas.
  5. El resultado frecuente es, de nuevo, ansiedad, depresión, estrés postraumático y agresión.

Los barrios con bandas

Las bandas son un fenómeno prevalente en barrios desfavorecidos o devastados, en los que hay una concentración de pobreza, drogas y violencia. La exposición directa y vicaria a la violencia forma parte del proceso de socialización. La prevalencia del comportamiento tiene un efecto de norma social. Con frecuencia, los niños han sufrido en la familia maltrato o abuso sexual, o han estado expuestos al abuso de drogas y la violencia entre sus padres. En ocasiones tienen que cuidar de sus hermanos. En general perciben que tienen opciones limitadas, que no pueden salir de las bandas ni de un estilo de vida delincuencial. Las bandas cumplen un papel central en sus vidas, de modo que desarrollan un fuerte lazo entre los miembros. Esta investigación cualitativa documenta la percepción de los adolescentes:

“Yo entré en la banda porque creo que no tenía otra opción”.

“En cinco años me veo muerto, en la cárcel o huyendo”.

Notas para la intervención

Esta investigación muestra el reforzamiento mutuo entre diferentes factores de riesgo, y el carácter acumulativo de diferentes experiencias de estrés. Las acciones preventivas durante la infancia para colectivos en alto riesgo pueden resultar especialmente eficientes en dicho contexto.

  1. Las intervenciones con adolescentes miembros de bandas deben incorporar acciones para el tratamiento de las experiencias traumáticas.
  2. También resultan pertinentes los programas de intervención temprana y prevención secundaria, con niños que han estado expuestos (o han sido testigos de) violencia.
  3. Las iniciativas para promover un empleo son prioritarios en los contextos de pobreza urbana. Otros factores protectores documentados son el comportamiento positivo de los iguales y la implicación religiosa.
  4. La rehabilitación y reintegración de los miembros de bandas en la comunidad suelen implicar «entrenamiento en habilidades, mediación familiar y comunitaria, y programas intensivos de salud mental individualizados».

Referencia

Este comentario está basado en:

Quinn, K., Pacella, M. L., Dickson‐Gomez, J., & Nydegger, L. A. (2017). Childhood adversity and the continued exposure to trauma and violence among adolescent gang members. American Journal of Community Psychology, 59(1-2), 36-49. [AJCP]


Barrios con alta prevalencia de extremismo islamista

Lieven Soete (CC BY-NC-SA 2.0)

Prevenir la radicalización construyendo mejores barrios

Después de los atentados de París en noviembre de 2015, el barrio de Molenbeek en Bruselas se convirtió en el paradigma de los barrios segregados en los que se desarrolla un enclave de islamismo radical. Los propietarios de pequeños negocios se sienten presionados por las bandas de jóvenes que han hecho las calles más peligrosas. Este caso ilustra cómo la violencia y la radicalización pueden ser en parte resultados de dinámicas que ocurren en el nivel meso-social, es decir, de la evolución del barrio. Coincide con otras investigaciones que han demostrado que (a) la prevalencia de la violencia en el barrio tiene un efecto en las probabilidades del comportamiento agresivo a nivel individual, (b) la exposición indirecta a la violencia en el barrio puede ser un factor de riesgo de salud mental, y, en sentido contrario, (c) la cohesión y el apoyo social en el barrio ejercen un efecto protector sobre la depresión asociada a la violencia.

Veamos el caso de los autores de atentados terroristas:

  1. En el plano individual es frecuente que su perfil corresponda al de jóvenes europeos, descendientes de inmigrantes, que inicialmente no eran religiosos pero, tras algunas experiencias personales, se han convertido y radicalizado en el islam. También es habitual que provengan de clase media o trabajadora y que, después de abandonar la escuela, hayan cometido pequeños delitos, abusado de las drogas o pasado un tiempo en la cárcel.
  2. En el plano colectivo, con cierta frecuencia suelen provenir de barrios en los que los comportamientos anteriores están relativamente generalizados. Pese a la diversidad de circunstancias, el extremismo no se distribuye aleatoriamente en la población, sino que se produce en ciertos lugares, en barrios concretos

Esto hace que determinadas políticas que promueven la integración social pueden tener un valor preventivo, tales como: (a) evitar la segregación física en el transporte y el diseño urbano, (b) mejorar la calidad del sistema educativo para prevenir el abandono temprano, (c) reducir las trabas legales y burocráticas para poner en marcha pequeños negocios, y (d) evitar las barreras institucionales que dificultan la participación y la ciudadanía activa por parte de los colectivos inmigrados.

No hay recetas mágicas. No obstante, y pese a las dificultades a la hora de ponerlo en práctica, no está de más recordar lo que sabemos…

Los barrios cohesivos y conectados con su entorno, que tienen buenas escuelas, con una alta concentración de pequeños negocios y con niveles adecuados de participación comunitaria previenen la segregación, la radicalización y los comportamientos violentos.

Referencia

Este comentario está basado parcialmente en:


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