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Barrios con alta prevalencia de extremismo islamista

Lieven Soete (CC BY-NC-SA 2.0)

Prevenir la radicalización construyendo mejores barrios

Después de los atentados de París en noviembre de 2015, el barrio de Molenbeek en Bruselas se convirtió en el paradigma de los barrios segregados en los que se desarrolla un enclave de islamismo radical. Los propietarios de pequeños negocios se sienten presionados por las bandas de jóvenes que han hecho las calles más peligrosas. Este caso ilustra cómo la violencia y la radicalización pueden ser en parte resultados de dinámicas que ocurren en el nivel meso-social, es decir, de la evolución del barrio. Coincide con otras investigaciones que han demostrado que (a) la prevalencia de la violencia en el barrio tiene un efecto en las probabilidades del comportamiento agresivo a nivel individual, (b) la exposición indirecta a la violencia en el barrio puede ser un factor de riesgo de salud mental, y, en sentido contrario, (c) la cohesión y el apoyo social en el barrio ejercen un efecto protector sobre la depresión asociada a la violencia.

Veamos el caso de los autores de atentados terroristas:

  1. En el plano individual es frecuente que su perfil corresponda al de jóvenes europeos, descendientes de inmigrantes, que inicialmente no eran religiosos pero, tras algunas experiencias personales, se han convertido y radicalizado en el islam. También es habitual que provengan de clase media o trabajadora y que, después de abandonar la escuela, hayan cometido pequeños delitos, abusado de las drogas o pasado un tiempo en la cárcel.
  2. En el plano colectivo, con cierta frecuencia suelen provenir de barrios en los que los comportamientos anteriores están relativamente generalizados. Pese a la diversidad de circunstancias, el extremismo no se distribuye aleatoriamente en la población, sino que se produce en ciertos lugares, en barrios concretos

Esto hace que determinadas políticas que promueven la integración social pueden tener un valor preventivo, tales como: (a) evitar la segregación física en el transporte y el diseño urbano, (b) mejorar la calidad del sistema educativo para prevenir el abandono temprano, (c) reducir las trabas legales y burocráticas para poner en marcha pequeños negocios, y (d) evitar las barreras institucionales que dificultan la participación y la ciudadanía activa por parte de los colectivos inmigrados.

No hay recetas mágicas. No obstante, y pese a las dificultades a la hora de ponerlo en práctica, no está de más recordar lo que sabemos…

Los barrios cohesivos y conectados con su entorno, que tienen buenas escuelas, con una alta concentración de pequeños negocios y con niveles adecuados de participación comunitaria previenen la segregación, la radicalización y los comportamientos violentos.

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