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Cómo reducir el impacto psicológico de la cuarentena

Quarantine, by Jason Scragz (CC by 2.0)

Información, voluntariedad y altruismo, con una duración corta preestablecida

La revista médica The Lancet acaba de publicar una revisión sistemática de la investigación sobre las consecuencias psicológicas de la reclusión prolongada en el hogar o en una institución. La cuarentena es la separación de las personas que potencialmente han estado expuestas a una enfermedad contagiosa para reducir el riesgo de infección a terceros, mientras que el aislamiento se aplica a quienes ya han sido diagnosticados con la enfermedad. En ambos casos, la reclusión en el hogar (o en un centro hospitalario), conlleva cierto aislamiento social, la restricción de movimientos y una alteración de las pautas de vida cotidiana.

Las evidencias son bastante consistentes a la hora de mostrar que estar aislado en casa de manera prolongada suele conllevar estrés, confusión y enfado. Esto se ve potenciado por la frustración, el aburrimiento, el impacto financiero, o el temor a ser contagiado, entre otros factores. Algunos de estos factores se pueden controlar a través de la realización de actividades creativas, el mantenimiento del trabajo a distancia o la organización de un horario personal de actividades. Otros, son más difíciles de modificar.

Pese a que existen diferencias individuales significativas, en una gran diversidad de situaciones se suele experimentar cansancio, irritabilidad, ansiedad e insomnio. En algunos casos el impacto del estrés postraumático se puede observar incluso algunos años después. Normalmente, la repercusión es mayor en la población más vulnerable social y psicológicamente. Por ejemplo, en algún caso particular se ha observado que la población con menos estudios puede sufrir más estrés.

Estresores y acciones preventivas

En resumen, los estresores más significativos son los siguientes:

  • La duración de la cuarentena.
  • El temor de ser infectado.
  • La frustración y el aburrimiento.
  • La falta de suministros.
  • La información inadecuada.
  • El impacto financiero.
  • El estigma percibido.

De acuerdo con ellos, entre los factores que mitigan el impacto de la cuarentena se cuentan los siguientes:

  1. Es importante disponer de información, de forma que las personas en cuarentena puedan comprender adecuadamente la situación. La comunicación sobre cómo evoluciona la situación debe ser continuada.
  2. Es fundamental disponer de los suministros necesarios, tales como comida, medicina y materiales de protección.
  3. El impacto es menor en la medida en que la duración de la cuarentena es más corta y el plazo establecido no se ve alterado.
  4. La voluntariedad de la cuarentena reduce claramente el estrés, en comparación con la imposición de restricciones.
  5. El énfasis en el valor altruista del aislamiento personal también repercute positivamente.

Por lo tanto, colaborar voluntariamente con las medidas públicas de protección no solo tiene un impacto colectivo en la evolución de la enfermedad, sino que contribuye positivamente a la salud personal. Igualmente, salir a los balcones a aplaudir al personal sanitario es una forma de solidaridad colectiva que también incide en el estado de ánimo de la población. Cuando utilizamos etiquetas como #YoMeQuedoEnCasa o #AplausoSanitario estamos cuidando de la salud comunitaria, pero a la vez cuidamos de nuestra salud personal.

Como vemos, también es importante saber lo que pasa (que no es lo mismo que estar sobreexpuesto a información sobre el tema): de hecho, incluso leer una breve nota informativa sobre las consecuencias de estar aislado puede tener un pequeño efecto beneficioso en la reducción del estrés.

Referencia y nota final

Comentario basado en:

  • Brooks, S. K., Webster, R. K., Smith, L. E., Woodland, L., Wessely, S., Greenberg, N., & Rubin, G. J. (2020). The psychological impact of quarantine and how to reduce it: rapid review of the evidence. The Lancet, 395(10227), 912-920. DOI:https://doi.org/10.1016/S0140-6736(20)30460-8 [pdf]

La mayor parte de los estudios revisados se centran en grupos más o menos delimitados de población potencialmente expuesta a un contagio. Será interesante explorar el impacto psicológico cuando la cuarentena tiene una dimensión poblacional, como ocurre en el caso del COVID-19. Por otro lado, otro tema de gran interés es la reacción de los propios profesionales de la salud, que están significativamente expuestos a circunstancias de estrés y al riesgo de contagio. Para ellos, el apoyo organizativo de los sistemas de salud puede ser determinante.

EpicTop10.com (CC by 2.0)


De la adversidad infantil a la violencia entre adolescentes

The Busy Gang, by Lars Dahlin (CC BY-NC-ND 2.0)

Espiral de trauma y violencia en adolescentes de bandas urbanas

En Estados Unidos hay unas 30.000 bandas en las que participan más de 750.000 jóvenes. La adversidad infantil y la poli-victimización durante la infancia (es decir, la exposición a diferentes formas de trauma y estrés) son un antecedente directo de la participación en bandas y el ejercicio de la violencia en las mismas.

Entre los factores de riesgo que predicen la incorporación a bandas durante la adolescencia se han documentado:

  • Los problemas económicos.
  • Pertenecer a hogares en situación de pobreza.
  • La exposición a la violencia.
  • La percepción de la escuela como un lugar inseguro.
  • La adversidad infantil, las experiencias traumáticas y la poli-victimización.

El ciclo de la violencia

La victimización y la violencia se refuerzan mutuamente. Una investigación cualitativa con adolescentes afroamericanos y latinos en Milwaukee (Wisconsin) ilustra la espiral de trauma y violencia en la que se ven envueltos:

  1. Las víctimas de experiencias traumáticas durante la infancia pueden experimentar secuelas psicológicas, tales como estrés postraumático, depresión y abuso de drogas.
  2. La exposición al trauma conduce a la normalización de la violencia (por un proceso de habituación o desensibilización), lo cual lleva a un proceso acumulativo de exposición a la violencia y la adversidad.
  3. La combinación de violencia en la familia y el barrio lleva a muchos adolescentes a buscar seguridad y afiliación en las bandas, que también les permiten obtener beneficios económicos (normalmente a través de la venta de drogas y actividades ilícitas).
  4. Sin embargo, la implicación en bandas suele conducir a más violencia y a una exposición acumulativa a procesos de trauma y victimización. Muchos reportan sentimientos de culpa e inseguridad, y conductas de venganza e hipervigilancia como parte de su participación en las bandas.
  5. El resultado frecuente es, de nuevo, ansiedad, depresión, estrés postraumático y agresión.

Los barrios con bandas

Las bandas son un fenómeno prevalente en barrios desfavorecidos o devastados, en los que hay una concentración de pobreza, drogas y violencia. La exposición directa y vicaria a la violencia forma parte del proceso de socialización. La prevalencia del comportamiento tiene un efecto de norma social. Con frecuencia, los niños han sufrido en la familia maltrato o abuso sexual, o han estado expuestos al abuso de drogas y la violencia entre sus padres. En ocasiones tienen que cuidar de sus hermanos. En general perciben que tienen opciones limitadas, que no pueden salir de las bandas ni de un estilo de vida delincuencial. Las bandas cumplen un papel central en sus vidas, de modo que desarrollan un fuerte lazo entre los miembros. Esta investigación cualitativa documenta la percepción de los adolescentes:

“Yo entré en la banda porque creo que no tenía otra opción”.

“En cinco años me veo muerto, en la cárcel o huyendo”.

Notas para la intervención

Esta investigación muestra el reforzamiento mutuo entre diferentes factores de riesgo, y el carácter acumulativo de diferentes experiencias de estrés. Las acciones preventivas durante la infancia para colectivos en alto riesgo pueden resultar especialmente eficientes en dicho contexto.

  1. Las intervenciones con adolescentes miembros de bandas deben incorporar acciones para el tratamiento de las experiencias traumáticas.
  2. También resultan pertinentes los programas de intervención temprana y prevención secundaria, con niños que han estado expuestos (o han sido testigos de) violencia.
  3. Las iniciativas para promover un empleo son prioritarios en los contextos de pobreza urbana. Otros factores protectores documentados son el comportamiento positivo de los iguales y la implicación religiosa.
  4. La rehabilitación y reintegración de los miembros de bandas en la comunidad suelen implicar «entrenamiento en habilidades, mediación familiar y comunitaria, y programas intensivos de salud mental individualizados».

Referencia

Este comentario está basado en:

Quinn, K., Pacella, M. L., Dickson‐Gomez, J., & Nydegger, L. A. (2017). Childhood adversity and the continued exposure to trauma and violence among adolescent gang members. American Journal of Community Psychology, 59(1-2), 36-49. [AJCP]


Violencia de pareja, barrios y depresión

Terren in Virginia (CC BY 2.0)

Chicago Skyline, Terren in Virginia (CC BY 2.0)

Efectos protectores del barrio en la depresión por violencia de pareja

La investigación sobre barrios se ha centrado sobre todo en describir los factores de riesgo y el impacto psicológico de los contextos desfavorecidos. La desventaja económica, la prevalencia de la violencia, las condiciones ambientales de riesgo o, en general, vivir en barrios con problemas se relacionan con el estrés, la depresión y los problemas de comportamiento. Un estudio reciente realizado en Chicago se centra en cambio en evaluar el efecto de las condiciones positivas del barrio en la salud mental.

Se trata de una investigación que analizó la existencia de violencia de pareja y los síntomas depresivos asociados en una muestra longitudinal de 2.959 mujeres en 80 barrios de Chicago. Se examinaron tanto (a) los efectos directos de la cohesión y la conectividad social del barrio en la depresión, como (b) el efecto moderador en los síntomas depresivos.

  • Los resultados mostraron un efecto directo significativo de los mecanismos de apoyo del barrio en la reducción de los síntomas depresivos. Concretamente, la cohesión social, el sentido de eficacia colectiva, la interacción social entre vecinos y el número de familiares y amigos en el barrio se asociaron con una menor presencia de síntomas depresivos.
  • Hubo menos evidencias (y en todo caso menos pronunciadas) del papel moderador (de mediación o indirecto) del barrio en la reducción del impacto de la violencia de pareja en los síntomas depresivos. De hecho, se llegó a observar, en sentido contrario a lo esperado, que tener más familiares o amigos en el barrio aumentaba el impacto de la violencia de pareja en los síntomas depresivos.

Esta investigación recuerda los estudios sobre el efecto directo y el efecto amortiguador del apoyo social en el bienestar psicológico en el plano individual. En general se ha observado que las evidencias de efecto directo suelen encontrarse con indicadores estructurales de las redes sociales, mientras que el efecto amortiguador se observa con indicadores de la percepción de apoyo disponible.

Es interesante destacar dos elementos al respecto:

Referencia del artículo:

Wright, E.M., Pinchevsky, G.M., Benson, M.L. & Radatz, D.L. (2015). Intimate partner violence and subsequent depression: examining the roles of neighborhood supportive mechanisms. American Journal of Community Psychology, 56 (3-4), 342-356. [AJCP]


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