El punto de vista de los niños sobre el trabajo infantil

timthumb.phpAsí vivo yo. Colombia contada por niños es un “recorrido por Colombia a través de la vida de sus niños y niñas”. Se trata de un libro de cuentos ilustrados que presenta la geografía de Colombia con relatos en primera persona de niños y niñas del Pacífico, el eje cafetero, el río Magdalena o las minas de carbón del Valle del Cauca, entre otros. El libro está inspirado en entrevistas realizadas a niños en diferentes regiones del país. Es curioso comprobar cómo las actividades laborales surgen con frecuencia en el relato: niños que participan en la recogida de café, que buscan agua para la familia o que hacen de deshollinadores. Más allá de que se traten de acciones puntuales o de diferentes formas de trabajo infantil, los relatos revelan que iniciarse en tareas laborales forma parte del proceso de socialización, casi siempre vinculado a la necesidad familiar y al estilo de vida en la región.

La historia de Éric, Saray y Camilo

Recientemente, la Red Latinoamericana contra el Trabajo Infantil ha iniciado una actividad que describe el trabajo infantil desde el punto de vista de los niños y niñas trabajadores. A través de relatos cortos, podemos conocer el impacto del trabajo infantil en los estudios y en la vida cotidiana de los menores, la repercusión que tiene en su proyecto de vida y en el futuro profesional así como la relación entre migración y actividades laborales de los más pequeños. Estos mini-reportajes permiten ponerse en la piel de los niños y niñas trabajadores y experimentar con las consecuencias psicológicas y sociales de un contexto en el que la iniciación al mundo del trabajo se produce de forma muy temprana.

Con un esquema parecido, la Fundación Proniño ha publicado un libro sobre las percepciones y vivencias de los niños trabajadores en el Perú, escrito por Giselle Silva Panez. La voz de los niños muestra que el trabajo es en la mayoría de los casos una necesidad de ayudar a la familia, que viene condicionada por sus padres. La mayoría se inicia entre los 7 y 10 años. A veces los niños mencionan que no disponen de tiempo para descansar y que afecta al rendimiento en sus estudios. Los niños le dan mucha importancia a la educación. Las conclusiones del estudio pueden consultarse íntegramente en el siguiente documento:

  • La voz de los niños sobre el trabajo infantil [pdf]

El punto de vista de los niños en Edúcame Primero Colombia

Siguiendo el mismo enfoque, le hemos pedido a los cooperantes españoles que han participado como monitores en el Baúl de Juegos y los Espacios para Crecer que nos cuenten anécdotas de su participación en el programa que revelen el punto de vista de los niños. A continuación resumimos algunas de las experiencias que han aportado:

1. Según nuestras informantes, los niños no parecen muy conscientes de estar ejerciendo «trabajo infantil» ni de las consecuencias potenciales que puede tener sobre su vida. La actividad suele formar parte de su día a día, a través de un proceso de socialización familiar.

«Conforme a lo que pude observar al convivir con los niños del centro de Barranquilla (en particular los niños que trabajan), ellos no tienen conciencia de lo perjudicial que puede ser (a corto y/o a largo plazo) el trabajo infantil. Del mismo modo, esta actividad no la perciben como «trabajo», en cambio, la ven como una manera de aprender un oficio que les servirá para cuando sean mayores, además, lo conciben como una posibilidad para ganar dinero y llevar el sustento diario a la casa y como colaboración para con sus padres.»

«Una anécdota que puedo contar fue cuando al preguntarle a un grupo de madres e hijos, qué era lo que hacían para colaborar en la casa, un niño respondió que el y su hermana iban a buscar botellas de plástico para venderlas como material para reciclar, lo que les permitía ahorrar y/o comprarse ropa o cosas de primera necesidad que les hicieran falta como ayuda a sus padres. Al preguntar que era lo que opinaban las madres su respuesta fue que era bueno que los niños aprendieran a ahorrar y colaboraran con la economía familiar ya que esto los haría más responsables.»

2. De hecho, la participación en el programa Edúcame Primero, Colombia contribuye a que empiecen a tomar cierta conciencia de su situación. Tras participar en el programa se plantean su futuro laboral y la relación con las actividades educativas que ahora desarrollan. En cualquier caso, colaborar con la familia es un discurso que han interiorizado y han hecho propio.

«Un adolescente menor de edad me comentaba, que él antes de empezar con el programa, cuando no iba a la escuela, no soñaba con nada del futuro, solo vivía el día a día en sus casas, en la calle y en su trabajo, pero que a partir de la experiencia en el programa, una bombillita se encendió dentro de él y deseaba y soñaba con estudiar periodismo. Estaba seguro de que a él le costaría más que a la gente que tenia «plata» pero que siempre se levantaba diciéndose ¿por qué no?»

«Otra curiosidad de los niños mas pequeños de baúl es que tenían asumido su rol trabajador, es más cuando se le preguntaba si a ellos les gustaría ir a la escuela todos los días decían que sí que por supuesto pero que tenían que apoyar a algún papá, su mamá o su tío porque ellos no eran unos vagos que estaban todo el día en la calle, que los niños así acababan siendo unos borrachos.»

3. Las cooperantes señalan posibles consecuencias físicas y psicológicas del trabajo, aunque raramente son mencionadas por los niños. En cualquier caso, pese a que han interiorizado la necesidad de aportar a la familia puntualmente señalan que se sienten empujados a trabajar.

«Recuerdo el caso de un alumno de Sexto Grado en Olaya. Un niño muy nervioso. Siempre andaba subiendo a los árboles del patio y saltando de un lado a otro. Pero un día estaba sentado y eligió jugar a un juego mucho más tranquilo y reposado de lo habitual: el Uno en Baúl de Juegos. Le pregunté que por qué había decidido ese día ese juego, y me dijo que le dolía la muñeca. Me contó que había estado todo el fin de semana ayudando a su padre en el trabajo, cargando pilas de ladrillos en una obra del vecindario. A mi me llamaba la atención que un niño de 10 años trabajase de peón de obra bajo el asfixiante calor de Barranquilla, no solo con el beneplácito de su padre sino que de algún modo le obligaba a hacerlo. Pero a el niño no le parecía tan raro. Me dijo que su padre no le daba ningún dinero pero que su padre le decía que si no le ayudaba no podría cobrar el trabajo.»

«Entre las chicas es muy común que se queden en casa cuidando de los hermanos, preparando la comida para la familia y limpiando la casa. En el caso de una chica sabíamos que la abuela le pegaba si no hacía lo que “tenía que hacer”. Ese tiempo no lo podía invertir en hacer las tareas escolares, o en jugar. Aunque para ellas fuese un “rollo” lo veían como una responsabilidad que tenían que asumir. Por ejemplo esta chica no pudo venir el día de nuestra despedida, cuando terminaba nuestra participación en el programa. Sé que es lo que más deseaba en ese momento, pero tuvo que cumplir con sus obligaciones familiares.»

Esta entrada se ha escrito con las aportaciones de Esperanza Márquez, Paloma Navarro, Mane Chapa, Carmen Fernández, Blanca Treviño, Daniel Holgado e Ignacio Ramos, en el marco del proyecto de cooperación al desarrollo entre la Universidad de Sevilla y la Universidad del Norte.


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