Programas para promover que la población vaya andando o en bici al trabajo
El ejercicio físico mejora la salud de la población. Además, andar o ir en bicicleta no solo son actividades de tiempo libre, sino que ofrecen una alternativa a los desplazamientos en coche, de modo que contribuyen a descongestionar el tráfico, reducen la contaminación y el riesgo de accidentes.
Las campañas de publicidad y la introducción de pequeños cambios en las infraestructuras no parecen ser especialmente efectivos para conseguir que la población utilice medios alternativos al coche en sus desplazamientos. Sin embargo, existen dos tipos de intervención que han mostrado algunos resultados positivos:
Programas de incentivos financieros. En algunas ciudades se ha retirado el subsidio para aparcar en el lugar de trabajo, ofreciéndolo como incentivo a aquellos que opten por un medio de transporte alternativo. También tiene alguna incidencia la introducción de peajes en zonas específicas de la ciudad.
Por lo tanto, los resultados más positivos se dan cuando la intervención se dirige a grupos previamente motivados para el cambio de comportamiento. Complementariamente, en algunos casos, la apertura de una estación de tren o los incentivos económicos también pueden facilitar la utilización de medios alternativos.
El uso de los diferentes medios de transporte para desplazarse al trabajo es un comportamiento complejo, influido por múltiples factores. Las acciones que han obtenido un mayor impacto normalmente siguen un enfoque participativo, tomando en consideración el contexto de la población diana. En comparación, no existen evidencias de efectividad de las estrategias genéricas de sensibilización o los cambios en el entorno físico.
Ogilvie, D., Egan, M., Hamilton, V., & Petticrew, M. (2004). Promoting walking and cycling as an alternative to using cars: systematic review. BMJ, 329(7469), 763. [BMJ]
Fishing boats. Mexico. Photo: Curt Carnemark / World Bank (CC BY-NC-ND 2.0)
La pesca sostenible se basa en comunidades sostenibles
La gestión pesquera se concibe normalmente como la acción de agencias gubernamentales sobre los usuarios individuales y, en consecuencia, ignora el nivel comunitario de intervención. Svein Jentoft propuso en un artículo seminal publicado en Marine Policy en el año 2000 que para que una comunidad pesquera sea viable hace falta que los recursos marinos sean sostenibles, pero que también es verdad lo contrario: la sostenibilidad de las poblaciones de peces depende de que las comunidades pesqueras sean viables.
De este supuesto se derivan algunas reflexiones interesantes:
En lugar de interpretar la “tragedia de los comunes” como el resultado agregado de las acciones racionales de los individuos en el mercado, cabe interpretarla como una consecuencia de la anomia social en la que las comunidades de pescadores experimentan confusión normativa, los lazos son débiles y los estándares morales están en crisis. En consecuencia, los gestores tienen que preocuparse por respetar la estructura y la cultura de las comunidades de pescadores, y prevenir los daños en el tejido social, la cohesión comunitaria y el sentido de pertenencia.
Las formas de gobernanza colaborativa resultan especialmente pertinentes para respetar los lazos sociales, los valores tradicionales y el sentido de responsabilidad social en las comunidades pesqueras. La lógica de la reciprocidad ha sido uno de los activos tradicionales en la sostenibilidad de estos colectivos, y es frecuente que se vea alterada por el rediseño de incentivos que introducen las políticas pesqueras.
Tener en cuenta la dimensión comunitaria puede traducirse, por ejemplo, en que las cuotas de pesca son asignadas a comunidades locales (para garantizar elementos de control social internos en su implementación); o en que las comunidades locales están representadas como colectivo en los comités de toma de decisiones en la gestión pesquera. Es decir, se ponen en marcha estrategias de cogestión de base comunitaria.
El funcionamiento adecuado de la sociedad civil es una condición necesaria de la cogestión. Es importante que los pescadores desarrollen una historia de asociacionismo y desarrollo comunitario, de forma que desplieguen las competencias relacionadas con la acción colectiva, la representación y la deliberación que les permiten participar eficientemente en la toma de decisiones.
Como hemos ilustrado con el caso de la pesca, parece haber una conexión directa entre la vitalidad de las comunidades costeras y la sostenibilidad de los recursos naturales. La cogestión tiene que integrarse de manera efectiva en las comunidades, de forma que la gestión pesquera y el desarrollo comunitario se refuercen mutuamente.
Comentario basado en:
Jentoft, S. (2000). The community: a missing link of fisheries management. Marine Policy, 24(1), 53-60. [JMPO]
En Octubre de 2018 se celebrará en Santiago de Chile la Séptima Conferencia Internacional de Psicología Comunitaria –The International Conference on Community Psychology (ICCP)- con el título «La Comunidad en movimiento: construcción de espacios diversos, cohesión social y cambio» (The Community in Motion: Building Diverse Spaces, Social Cohesion and Change).
Los ejes centrales de la conferencia son los siguientes:
Formación e investigación asociadas con la práctica profesional.
Políticas públicas, intervención comunitaria y acción.
Perspectivas comunitarias de la cohesión social y la justicia social.
Metodologías y prácticas de la acción colectiva, y trabajo multidisciplinario.
Sujetos y movimientos sociales, gobernanza y ciudadanía.
Conflicto ambiental, desastres naturales y respuestas de la comunidad.
Descarga una descripción del congreso en inglés [ICCP7]
“Harwood Union Forest” es una iniciativa comunitaria en la que colabora la Universidad de Vermont con un conjunto de asociaciones e instituciones educativas de la localidad, junto con el Departamento de Parques y Jardines de Vermont. La actividad consistió en poner en marcha un proyecto de aprendizaje-servicio para promover el uso y la gestión sostenibles del bosque que rodea la ciudad. Como en otras iniciativas de aprendizaje-servicio, se trata de promover el aprendizaje de los estudiantes a través de su implicación en proyectos reales que atienden las necesidades de la comunidad. Un esquema parecido suele darse en el caso de las prácticas externas universitarias. Sirven para mejorar las relaciones con la comunidad y proporcionar recursos útiles para la población.
Aprendizaje-servicio y capital social
En la intervención se llevaron a cabo actividades educativas en el bosque. También se obtuvo madera de modo sostenible para la caldera de la escuela. A través de la observación participante se llevó a cabo un estudio de caso del proyecto, que sirvió para ilustrar los componentes del capital social que se desarrollan en este tipo de iniciativas: redes sociales, confianza, normas compartidas y reciprocidad. El aprendizaje-servicio sirvió para desplegar recursos de capital social cohesivo y de intermediación.
Las redes de los participantes proporcionan recursos clave para el mantenimiento de la iniciativa de aprovechamiento del bosque. El proyecto se basó en las relaciones pre-existentes y la conectividad aumentó a lo largo de la implementación del proyecto.
A través de la interacción, los profesores desarrollaron confianza en los estudiantes y les permitieron asumir más responsabilidades. Esto permitió al grupo trabajar más eficientemente.
El grupo de trabajo fue desarrollando unas normas compartidas, informales o a través e memorándums, con distribución de roles.
También se generó una expectativa de reciprocidad.
Poner en marcha un proyecto de estas características suele enfrentarse a retos como los siguientes:
La colaboración conlleva tiempo y suele obviarse cuando hay temas urgentes que resolver.
Las diferencias de poder entre los participantes pueden dificultar el proceso de colaboración.
Las iniciativas de colaboración de pequeña escala suelen funcionar mejor que las más grandes.
La colaboración efectiva requiere de capacidades comunitarias y organizativas.
También son necesarios recursos económicos y financieros.
Entre las lecciones aprendidas cabe mencionar:
Dos individuos hicieron de coordinadores y supervisaron el buen funcionamiento de la colaboración (al modo de un tutor académico y un tutor profesional), dando sostén institucional al proyecto de aprendizaje-servicio.
De un total de 20 participantes, 6 miembros del proyecto se implicaron de forma más continua y regular, proporcionando un sostén clave para el proyecto.
El apoyo institucional fue fundamental para mantener la colaboración.
Comentario basado en:
Coleman, K., & Danks, C. (2015). Service-learning: a tool to create social capital for collaborative natural resource management. Journal of Environmental Studies and Sciences, 1-9.