
Una mayor cobertura de la protección social contra la pobreza se asocia con una menor prevalencia del trabajo infantil
El 12 de junio se celebra el Día Internacional contra el Trabajo Infantil que este año tiene como lema «Protección Social Universal para Terminar con el Trabajo Infantil». Con ello la Organización Internacional del Trabajo recomienda una mayor inversión en sistemas de protección social para evitar la implicación temprana de los menores en actividades laborales que condicionan negativamente su desarrollo personal.
Desde que se inició el registro sobre la prevalencia del trabajo infantil en el mundo se ha observado una reducción progresiva del problema. Sin embargo, mientras que entre el año 2000 y 2016 el porcentaje de menores trabajadores descendió globalmente, en el periodo 2016-2020 se observó un aumento por primera vez en dos décadas. Según los datos de la OIT, a principios de 2020 existen 160 millones de niños trabajadores, es decir, un 10 por ciento en todo el mundo.
Es muy probable que la pandemia haya empeorado esos datos. Sin embargo, el incremento documentado en el periodo 2016-2020 corresponde fundamentalmente al aumento del número de niños trabajadores en el África subsahariana. En dicha región la prevalencia del problema es de un 24 por ciento, mientras que en el continente africano hay más menores trabajadores que en todo el resto del mundo junto.
De la pobreza a la protección social efectiva
Estos datos muestran las dos caras del trabajo infantil. Por un lado, el aumento que se observa en África guarda una relación directa con el aumento de la pobreza, que es la principal causa de trabajo infantil. A su vez, ese incremento, en términos absolutos, se corresponde con el aumento de la población en el continente (pese a un descenso relativo del porcentaje de africanos que vive con menos de 1.9 dólares al día). Por otro lado, en casi todo el resto del mundo se sigue manteniendo el descenso progresivo del trabajo infantil que se viene observando desde el año 2000. Esto remite a un conjunto de políticas y programas que han resultado efectivos en la prevención del problema.
Concretamente, son prácticas basadas en la evidencia (1) las transferencias condicionadas de dinero en efectivo, (2) las coaliciones tripartitas, y (3) los programas de acompañamiento y refuerzo educativo. En primer lugar, las políticas que han obtenido mejores resultados consisten en proporcionar recursos económicos a las familias pobres, con el requisito de que sus hijos cursen la enseñanza obligatoria y se haga un seguimiento adecuado de su estado de salud. Se trata de programas que atienden a las causas del problema (principalmente, la pobreza), que aportan un incentivo para la implicación de las familias en la crianza de sus hijos, y que transforman tanto las expectativas familiares sobre la educación como sus aspiraciones sobre la vida que le espera al menor. En segundo lugar, la colaboración de los organismos internacionales de Naciones Unidas con los gobiernos locales, junto con el establecimiento de acuerdos entre los trabajadores y los empleadores, contribuyen a la creación de normas sociales con valor preventivo. En tercer lugar, el acompañamiento educativo personalizado y la implementación de programas psicosociales para la prevención del abandono escolar resultan enormemente efectivos.
También hemos aprendido que existen diversas modalidades de “trabajo infantil”, lo que hace necesario adaptar las intervenciones preventivas en cada caso. Aunque con frecuencia se utiliza el mismo término para referirse a cada modalidad, son muy diferentes las implicaciones psicológicas para los menores cuando colaboran con la actividad de subsistencia de sus familias, cuando realizan trabajos asalariados de bajo riesgo, cuando realizan trabajos peligrosos; o cuando realizan trabajos forzados o participan en actividades ilegales. Cada uno de ellos conlleva estrategias de prevención también diferentes.

Qué funciona en la protección social de los menores
Los datos muestran que en países de bajos ingresos se observa una correlación negativa entre la cobertura de protección social y la prevalencia del trabajo infantil. Una mayor protección se asocia con una prevalencia menor. Entre otras medidas efectivas, existen evidencias del impacto positivo en la reducción del trabajo infantil de las ayudas económicas a familias con hijos, los comedores escolares, el aumento de la cobertura de salud y las pensiones. Especialmente, la ayuda directa a las familias les permite afrontar las crisis sin necesidad de recurrir al trabajo infantil. Para que resulten efectivas es importante la continuidad a lo largo del tiempo y la regularidad en la prestación. También funcionan mejor cuando hay un sistema de protección integral a lo largo del ciclo vital. No obstante, en los países pobres sigue siendo un reto llegar a las familias en más alto riesgo.
Por lo que respecta a los profesionales de la psicología, conviene indicar que los programas de protección social son más efectivos…
- cuando se definen los resultados comportamentales que se espera obtener con los menores,
- cuando se adaptan a las características socioculturales de las familias vulnerables,
- cuando se consiguen cambios en las normas tradicionales sobre el trabajo de los menores, y
- cuando se combinan con campañas de sensibilización comunitaria, con intervenciones psicoeducativas o con prestaciones de salud.
Esto define un amplio margen para la colaboración de los profesionales de la psicología en la implementación de los sistemas de protección, que va más allá de la mera asignación de recursos económicos. La intervención psicológica modula las prestaciones sociales en la práctica. Tanto su funcionalidad como su impacto potencial.
En definitiva, en varios informes recientes de la OIT y UNICEF se recomienda diseñar sistemas de protección universales e inclusivos, adaptados a las necesidades del menor. Existen evidencias de que la cobertura de la protección social reduce la prevalencia del trabajo infantil. Además, en el contexto de la cooperación internacional, se asume que la construcción de sistemas de protección social forma parte del desarrollo por sí misma. Ese es el contexto institucional en el que normalmente se integran las intervenciones psicosociales. La participación de los psicólogos/as en los programas preventivos contribuye a mejorar el ajuste comunitario de las intervenciones. Una participación que resulta difícil separar de la inversión pública en educación y servicios sociales.
El caso del trabajo infantil lanza un mensaje claro a los profesionales de la psicología: los impuestos, las políticas redistributivas, la inversión en políticas sociales, y la concertación social son el ecosistema en el que las intervenciones psicológicas basadas en la evidencia han resultado efectivas en las dos últimas décadas. La inversión en los sistemas de protección social es una herramienta clave en la lucha contra la pobreza y en la prevención del trabajo infantil.
Para saber más
ILO/UNICEF (2022). The role of social protection in the elimination of child labour: Evidence review and policy implications. Available at: https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—ed_norm/—ipec/documents/publication/wcms_845168.pdf Accessed 11/06/2022
Maya-Jariego, I. (2021). Community prevention of child labor. Evidence-based practices to promote the psychological well-being of minors. Springer Nature Switzerland AG. [Springer]
UNICEF/ILO (2021). Child Labour: Global estimates 2020, trends and the road forward. UNICEF Data. Available at: https://data.unicef.org/resources/child-labour-2020-global-estimates-trends-and-the-road-forward/ Accessed 11/06/2022

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